Margarita Roldós, Mauro De La Vega, Juan José Girardini, María Nela Seijas y Diego Araujo
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Latitud Sur N° 18, Vol. 1, Año 2023. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Centro
de Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración (CEINLADI). (En línea)
ISSN 2683-9326.
teoría de las opciones. Según Taleb, hay una serie de ideas erróneas sobre la previsión y la
medición del riesgo, que contribuyeron a eventos como la crisis mundial de 2008.
A lo largo de la historia podemos encontrar muchos cisnes negros. Taleb destacó, entre otros,
el ascenso de Hitler al poder, la desaparición del bloque soviético, la aparición del
fundamentalismo islámico, los efectos de Internet y la caída de las torres gemelas en
septiembre 2001.
¿Fue la pandemia del COVID-19 un cisne negro? El 31 de marzo de 2020, Taleb manifestó
a Bloomberg Television su molestia, cada vez que se hacía referencia a la pandemia del
coronavirus como un "cisne negro", término que acuñó para un evento impredecible, raro y
catastrófico. “The Black Swan pretendía explicar por qué, en un mundo interconectado,
necesitamos cambiar las prácticas comerciales y las normas sociales, no, como me dijo
recientemente, proporcionar un cliché para cualquier cosa mala que nos sorprenda” (Avishai,
2020). Además, entendía, al igual que los autores de este trabajo, que la pandemia era
predecible. La advertencia a la que se refirió apareció en un artículo, de enero 2020, del que
fue coautor con Joseph Norman y Yaneer Bar-Yam, cuando el virus aún estaba confinado
principalmente a China. El documento advierte que, debido a la "mayor conectividad", la
propagación sería "no lineal". Agrega que, para los estadísticos, la "no linealidad" describe
eventos muy parecidos a una pandemia: un resultado desproporcionado con respecto a los
insumos conocidos (la estructura y el crecimiento de los patógenos, por ejemplo), debido a
insumos desconocidos e incognoscibles (sus períodos de incubación en humanos o
mutaciones aleatorias), o a la interacción excéntrica entre varios insumos (mercados húmedos
y viajes en avión), o el crecimiento exponencial (a partir del contacto humano en red), o los
tres. Los autores pidieron “recortar drásticamente las redes de contacto” y otras medidas que
ahora asociamos con el confinamiento y el distanciamiento social.
En el mundo se aplicaron diversas estrategias para afrontar el COVID-19, desde la total
libertad para obtener una inmunidad de rebaño, a extensos confinamientos, pasando por
situaciones particulares como la “libertad responsable” aplicada por Uruguay. Algunas se
revisaron por no ser eficaces. Hacia 2021, la llegada de las vacunas, a distinto ritmo en los
diversos países, atenuó el número de muertes, si bien las mutaciones del virus vinieron con
un aumento de su transmisibilidad.
La crisis económica y sanitaria que provocó el COVID-19 fue un evento que no tiene
precedentes en la economía moderna y, probablemente, tenga asociados los efectos más
disruptivos desde la Segunda Guerra Mundial (PNUD, 2020). Desde enero del año 2020,
millones de personas han contraído el COVID-19. Debido al alto contagio del virus, muchos
países adoptaron medidas de distanciamiento social acompañadas de cuarentenas
obligatorias para los contagiados. Esto trajo aparejado un shock en la oferta de las cadenas
de suministro y un shock en la demanda, provocado por un menor consumo que hizo
disminuir los ingresos en las empresas (Donthu & Gustafsson, 2020).
En este sentido, se alentó a los países a intensificar prontamente los esfuerzos para tomar
medidas que permitieran absorber el shock económico (OECD, 2020). En esa misma línea
fueron las recomendaciones del Banco Mundial, mencionando que era necesario para los
países establecer, tanto políticas de corto plazo, como políticas a mediano y largo plazo, que
marcaran el camino hacia la recuperación de la economía (Banco Mundial, 2020).