La
distribución del ingreso y los precios relativos en la industria argentina,
2016-2021
Income Distribution and
Relative Prices in Argentine Industry,
2016-2021
Pablo Daniel Manzanelli[1]
Leandro Tomás Amoretti[2]
Resumen:
Entre los años 2016 y 2021 la economía argentina
registró una significativa alteración en la distribución funcional de su
ingreso. Los asalariados retrocedieron en casi nueve puntos sobre el valor agregado
y el excedente empresario aumentó siete puntos, siendo en la industria
manufacturera donde se verificó la mayor regresividad distributiva. Entre los
factores que tendieron a impulsar estos cambios en la industria cabe señalar la
ampliación de la brecha entre el salario real y la productividad y el fuerte
incremento de los precios industriales. El trabajo se propone abordar estos
cambios en la distribución del ingreso en la industria analizando la evolución
de la productividad y el salario y la vinculación de los márgenes de ganancias
sectoriales y el movimiento de sus precios relativos a partir de dos estudios
de caso (el de la cadena sectorial siderúrgica y el de la aceitera).
Palabras
clave: Distribución del ingreso; Precios; Industria.
Abstract: Between 2016 and 2021, the
Argentine economy recorded
a significant impact on the functional distribution of its income. Workers
fell by almost
nine points in value added and the entrepreneurial surplus increased
by seven points, with the greatest distributive regressiveness
occurring in the manufacturing
industry. Among the factors that tended to drive these changes in industry it is
worth mentioning the widening of the gap between real wages and productivity and the strong increase in industrial prices.
The paper aims to address these changes
in the distribution of income in industry by analyzing the evolution of productivity
and wages and the link between
sectoral profit margins and the movement of their relative prices based on
two case studies (that of the steel
and oil chain).
Key
words: Income
distribution; Prices; Industry.
Recibido:
25 de agosto de 2022
Aprobado:
2 de diciembre de 2022
Introducción
La economía argentina experimentó una
reducción significativa de la participación de los asalariados en el ingreso
desde 2016. Se trata de un período signado por dos situaciones económicas de
distinta naturaleza pero que tuvieron como denominador común la regresividad
en la distribución del ingreso.
La
primera de ellas tuvo lugar en el marco del inédito proceso de endeudamiento
externo que se incubó durante la administración Macri (2016-2019), que dio como
resultado las devaluaciones de 2018 y 2019 y la consiguiente recesión
económica en el marco de la reducción de los salarios reales.[3] De
allí la contracción del PBI del 2,6% y 2,0% en 2018 y 2019, respectivamente
(Gráfico 1).
En
el contexto del recambio presidencial y la asunción del “Frente de Todos”, la
segunda situación obedeció a la recesión económica que derivó de la etapa de
confinamiento estricto en el marco de la pandemia sanitaria durante 2020
(-9,9%) y la peculiar recuperación posterior (10,4%) que combinó la
aceleración del proceso inflacionario -situación que se profundiza por los
efectos de la guerra en Ucrania- y una nueva etapa de reducción de los ingresos
reales.[4]
Gráfico
1: Variación anual del producto bruto interno y del valor agregado industrial,
2011-2021 (en porcentajes)
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset].
Series trimestrales de oferta y demanda globales y series por sector de
actividad económica: valor bruto de producción y valor agregado brutos, https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-47
En
ese marco, la trayectoria industrial muestra un desempeño similar al de la economía
en general pero más acentuada tanto en la fase descendente del ciclo
(2018-2020) como en la recuperación de 2021. Como fue expuesto en
investigaciones recientes (Manzanelli y Calvo,
2021a), el sector manufacturero recibió los impactos de la recesión económica
en el marco de una “larga crisis sectorial” que se remonta desde 2012, la cual
estuvo asociada a diversos factores según las etapas que atravesó la economía
argentina.
Entre
2012 y 2015 se advierten los límites de la restricción externa al crecimiento
(incapacidad para importar por la escasez de divisas) en el marco de un largo
proceso de subinversión de las grandes empresas industriales, y las
deficiencias de la política industrial.[5]
Entre
2016 y 2019 la contracción se vincula, en cambio, al despliegue de políticas
que afectaron al sector, como es el caso de la apertura comercial, el
sobreajuste al consumo (público y privado) y la valorización financiera que
desvía a los propietarios de capital de la inversión productiva a la financiera
(alza de la tasa de interés, desregulación cambiaria y liberalización en el
movimiento de capitales –Manzanelli y Calvo, 2021b;
García Zanotti, Schorr y
Cassini, 2021; Schteingart y Tavosnanska,
2022–). En ese marco, se mantuvo la subinversión de las grandes empresas
fabriles que son determinantes del conjunto sectorial dado su elevado nivel de
concentración económica (Manzanelli y Calvo, 2021a y Manzanelli y Schorr, 2012).[6]
Finalmente,
el convulsionado bienio 2020-2021 muestra los impactos en la producción
industrial por efecto de las políticas de confinamiento social en el marco de
la pandemia sanitaria y una recuperación sectorial importante en 2021
(Ministerio de Desarrollo Productivo, 2021).
En
efecto, se trata de un período que resulta de interés para evaluar las
características de la participación de los asalariados en el ingreso
manufacturero en los años recientes, y como contracara de ello la gravitación
del excedente económico apropiado por las empresas industriales. Por su parte,
y dado que en todo este proceso redistributivo los elevados niveles de
inflación jugaron un papel destacado, se pretende examinar el incremento de los
precios industriales vis-à-vis los
del conjunto de la economía. Todas estas cuestiones, junto a la metodología
aplicada, se revisan en la primera parte del trabajo (en las primeras tres
secciones).
Con
la finalidad de avanzar en el análisis de los precios industriales y su impacto
distributivo en el plano intra-empresarial, en la
segunda parte del trabajo se procura llevar a cabo un balance preliminar de los
precios relativos en algunas ramas manufactureras que mostraron una aceleración
de los precios mayoristas significativamente superior al promedio (industria
siderúrgica y aceitera). Para ello se parte de identificar los insumos y los
productos de la cadena sectorial que conforman a partir de los cuadros de
oferta y utilización y se pasa revista a la evolución de sus precios según la
información disponible. En efecto, luego de examinar la relación
capital-trabajo en el ámbito fabril, se trata de profundizar el análisis
distributivo a partir de incorporar la relación capital-capital y sus
asimetrías en dos industrias oligopólicas.[7]
La distribución del ingreso en el sector
manufacturero entre 2016 y 2021
En términos metodológicos, cabe señalar que
hasta principios del siglo XXI las estadísticas oficiales sobre las cuentas nacionales
permitían estimar la distribución funcional del ingreso entre los asalariados y
el capital. Sin embargo, en el contexto de la modificación de las cuentas a
nivel internacional se adoptaron criterios diferentes sustentados en “la
apertura del excedente en ingreso mixto bruto (IMB) y excedente de explotación
bruto (EEB) y se recomienda la estimación del insumo de mano de obra de acuerdo
a diferentes criterios: puestos de trabajo, puestos de trabajo equivalentes y
horas trabajadas” (INDEC, 2017).[8]
En
consecuencia, sobre esta nueva metodología se abordará a continuación el análisis
distributivo considerando las siguientes variables, cuyo contenido preciso
puede consultarse en la mencionada publicación del INDEC: la remuneración al
trabajo asalariado registrado y no registrado (RTA);[9]
el ingreso mixto bruto (IMB) que comprende a los cuentapropistas de distinto
tipo;[10] el
excedente de explotación bruto (EEB) que en términos generales abarca el
excedente apropiado por el capital; y los impuestos sobre la producción neta de
subsidios (T-S) derivado de la política oficial.
En el Gráfico 2 se puede constatar que durante
el período analizado se registraron modificaciones significativas en los
diferentes componentes del valor agregado total. Entre los años extremos, los
cambios más relevantes consisten en un incremento muy significativo en la
participación relativa de los empresarios (EEB) entre 2016 y 2021 que alcanza a
7 puntos del valor agregado total, mientras que la de los asalariados
registrados y no registrados desciende en casi 9 puntos también sobre el valor
agregado.
Gráfico
2. Distribución del ingreso según los distintos componentes del valor agregado,
2016-2021 (en porcentajes)
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset]. Valor agregado bruto e
insumo de mano de obra por sector de actividad económica,
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-49
En
términos de los trabajadores en su conjunto, esa acentuada reducción es mitigada
por el incremento de la participación de los cuentapropistas (IBM) que
mejoraron su participación relativa en prácticamente dos puntos, mientras que
la incidencia de los impuestos menos los subsidios (T-S) permanece
prácticamente constante entre los años extremos más allá de las fluctuaciones
a lo largo del período (su reducción durante el ajuste de 2018-2019 y su
aumento durante la pandemia).
La
apertura sectorial en el análisis de la distribución funcional del ingreso
permite avanzar en el examen de las importantes modificaciones que tuvieron
lugar en los últimos años, poniendo el foco en el período 2017-2021 debido a
que es entre esos años en donde se produjeron las modificaciones más relevantes
en la distribución del ingreso.
Con tal finalidad, en el Cuadro 1 consta la
participación de la remuneración al trabajo asalariado (RTA) en el valor
agregado por sector de actividad. Una primera cuestión para señalar son los
distintos niveles que se advierten entre la participación total y la que corresponde
al sector privado (excluyendo el sector público del total). Si bien el peso
relativo de los salarios en el valor agregado total fue del 43,1% en 2021, con
la exclusión del sector público se reduce a 34,0%. Esto obedece a que la masa
salarial del sector público es equivalente al valor agregado de acuerdo con la
metodología oficial e incluso en las circunstancias actuales superiores a sus
ingresos dado que el elevado nivel de los subsidios disminuye el valor agregado
del sector público. [11]
Cuadro
1: Participación de la remuneración al trabajo asalariado en el valor agregado
bruto por sector de actividad, 2017-2021
|
2017 |
2018 |
2019 |
2020 |
2021 |
2021-2017 |
% sobre
valor agregado |
Dif. porcentual |
|||||
Total general |
51,8 |
47,4 |
46,1 |
48,0 |
43,1 |
-8,7 |
Sector público |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
105,9 |
101,8 |
1,8 |
Total sin sector público |
42,6 |
38,4 |
36,8 |
38,0 |
34,0 |
-8,6 |
Agricultura, ganadería, caza y silvicul. |
24,6 |
26,4 |
23,0 |
23,3 |
17,1 |
-7,6 |
Pesca |
40,2 |
33,3 |
35,9 |
38,9 |
38,6 |
-1,6 |
Explotación de minas y canteras |
32,3 |
24,2 |
24,6 |
31,4 |
23,2 |
-9,1 |
Industria manufacturera |
48,0 |
38,9 |
34,8 |
34,4 |
29,3 |
-18,6 |
Electricidad, gas y agua |
44,9 |
39,0 |
38,1 |
44,8 |
57,3 |
12,4 |
Construcción |
42,3 |
42,7 |
42,3 |
42,3 |
37,5 |
-4,7 |
Comercio mayorista y minorista |
36,4 |
31,2 |
29,1 |
27,5 |
24,7 |
-11,6 |
Hoteles y restaurantes |
36,8 |
35,6 |
33,1 |
45,3 |
38,2 |
1,4 |
Transporte, almac. y comunicaciones |
62,0 |
59,7 |
54,4 |
62,2 |
58,8 |
-3,2 |
Intermediación financiera |
52,2 |
54,0 |
63,1 |
56,2 |
65,0 |
12,8 |
Act. inmobiliarias, emp. y de alquiler |
29,9 |
27,3 |
28,5 |
31,7 |
30,9 |
1,0 |
Enseñanza privada |
91,6 |
74,7 |
73,8 |
75,8 |
74,0 |
-17,7 |
Servicios sociales y de salud privados |
35,4 |
35,5 |
35,7 |
40,8 |
40,4 |
5,0 |
Otros serv. comunitarias, soc. y pers. |
62,5 |
63,1 |
61,3 |
80,4 |
67,9 |
5,3 |
Hogares con servicio doméstico |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
100,0 |
0,0 |
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas
nacional. [Dataset]. Valor agregado bruto e insumo de
mano de obra por sector de actividad económica, https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-49
Más allá de las diferencias de nivel, la
trayectoria de la participación de los asalariados en el valor agregado total
y del sector privado es similar, ya que se constata una caída de 8,7 y 8,6
puntos porcentuales, respectivamente, entre 2017 y 2021. En el primer caso 5,7
puntos obedecen al período 2017-2019 y 3 puntos a 2020-2021, y en el sector
privado 5,8 y 2,8 puntos en ese mismo horizonte temporal.
Las
evidencias también exhiben que no todos los sectores de actividad del sector
privado tuvieron una caída de la incidencia de los salarios en el valor
agregado entre 2017 y 2021, sino que 7 de los 15 sectores experimentaron un
incremento o cierta estabilidad en la distribución del ingreso.[12]
Si bien se trata de casi la mitad de los sectores, su incidencia en el valor
agregado es inferior (23,6% del total en 2021). Lo propio ocurre con su peso
relativo en la masa salarial y en la ocupación (24,4% y 28,9%,
respectivamente).
Entre
ellos existen dos sectores (electricidad, gas y agua y la intermediación financiera)
que merecen un comentario especial por su discordancia con el resto de los
sectores de la economía, ya que en ambos casos el aumento de la masa salarial
en el valor agregado fue de más de 12 puntos porcentuales entre 2017 y 2021.
En
el primero de ellos ese incremento en la participación asalariada no obedece a
una reducción en el peso del excedente sino a una reducción del valor agregado
por efecto del incremento de los subsidios durante el gobierno del “Frente de
Todos”. De hecho, los salarios caen respecto al valor agregado entre 2017 y
2019 y la expansión se verifica solo entre 2019 y 2021, cuando los impuestos
menos los subsidios pasan de representar el -39,6% del valor agregado en 2019 a
-146,3% en 2021.
En
cuanto a la intermediación financiera el aumento en la participación de los
salarios en el valor agregado se da fundamentalmente entre 2017 y 2019 (10,9
de los 12,8 puntos porcentuales de aumento), en un contexto en el que la
incidencia del excedente en el valor agregado disminuye en una proporción
similar.[13]
Por
su parte, entre los 8 sectores que evidencian una pérdida de la incidencia de
los asalariados en el valor agregado se destacan la industria manufacturera
-cuya reducción fue de 18,6 puntos porcentuales entre 2017 y 2021-, enseñanza
privada con una pérdida de 17,7 puntos, y comercio mayorista, minorista y
reparaciones con una reducción de la gravitación de los salarios de 11,6 puntos
(Cuadro 1).
En
el sector de enseñanza privada la reducción se concentró durante la crisis que
tuvo lugar durante la administración macrista (17,8 puntos entre 2017 y 2019).
En cambio, en la actividad industrial y comercial la reducción de la
gravitación de los salarios se advierte en ambos períodos, y su magnitud es de
tal importancia que llevaron la participación de los salarios en la industria
del 48% del valor agregado sectorial a apenas el 29,3% en 2021, y en el caso
del comercio del 36,4% a 24,7%.
Dado
que estos dos sectores tienen una elevada incidencia en el valor agregado total
(19,8% y 19,6% en 2021, respectivamente) y en la ocupación (11,5% y 17,6% en
2021), su contribución a la reducción de la participación asalariada total es
de tal magnitud que, si se los excluye del cálculo, la caída, que como se vio
antes fue de 8,7 puntos entre 2017 y 2021, se reduce a 2,8 puntos.
La
acentuada reducción de la participación de los asalariados en la industria y el
comercio fue contemporánea a un incremento de la participación del ingreso
mixto bruto en sus respectivos valores agregados, que fue superior al resto de
las actividades. En el primer caso el ingreso mixto bruto elevó su aporte en
3,2 puntos porcentuales entre el 2017 y 2021, y en el segundo en 3,8. Es decir
que es aquí donde principalmente se asiste a la expansión relativa de los
cuentapropistas que se había analizado anteriormente y que presumiblemente
estaría indicando una mayor precarización del empleo.
Los factores determinantes de la distribución
del ingreso en el sector industrial
La participación de los asalariados (o
trabajadores) en la distribución del ingreso es una función del cociente entre
dos variables: el valor agregado por ocupado, es decir la productividad, y el
ingreso (o salario) por ocupado (o asalariado).[14]
Es de, considerando la trayectoria de estas variables es posible avanzar en el
análisis de los condicionantes estructurales de la distribución funcional del
ingreso en la industria, el objeto de análisis de este trabajo.
En
el Gráfico 3 se constata que la significativa pérdida en el peso relativo de la
masa salarial en el valor agregado industrial en este período obedeció a una
fuerte reducción de los salarios reales que alcanzó a 38,9% entre 2017 y 2021.
El notable descenso de los salarios medios es inferior cuando se agregan al
análisis los ingresos de los cuentapropistas (28,5% si se consideran
conjuntamente el RTA y el IMB).
Gráfico 3:
Evolución de la productividad, los salarios e ingresos medios en pesos
constantes en la industria manufacturera, 2016-2021 (índice 2016 = 100)
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset].
Valor agregado bruto e insumo de mano de obra por sector de actividad
económica; remuneración al trabajo asalariado, ingreso mixto e insumo de mano
de obra por sexo y tramos de edad,
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-49.
Si
bien la caída del salario es sistemática entre 2017 y 2021, resalta el hecho de
que, en 2021, con una economía que se expandió al 10,4% y donde la industria lo
hizo al 15,8%, los salarios reales cayeron 6,5% al calor del proceso
inflacionario. Ello ocurrió en un contexto donde se advierte una importante
recuperación de la productividad industrial que subió 11,2% respecto a 2020 y
5,7% en relación a 2019. De este modo se acercó a los niveles de 2018 y quedó
5,3% por debajo de 2017. Es decir que la pérdida de la participación de los asalariados
industriales en el ingreso entre 2017 y 2021 se asoció a una caída del salario
real que fue muy superior a la de la productividad.
La
medición de la productividad se realiza considerando el conjunto de los ocupados,
tanto de los asalariados registrados y no registrados como de los
cuentapropistas. Como se aprecia en el Gráfico 4, los puestos totales en la
industria permanecieron estables entre 2017 y 2021, cuando el valor agregado se
redujo 4,7%. Dado que la productividad surge de relacionar el valor agregado
industrial por el total de puestos de trabajo, se deduce que la caída de la
productividad se vinculó con la caída del producto industrial: con la misma
cantidad de obreros se produjo menos.
Sin
embargo, esa estabilidad en el empleo industrial obscurece un fenómeno que no
puede soslayarse por su relevancia: la fuerte caída del empleo asalariado en el
sector industrial (-4,5% entre 2017 y 2021). A modo de hipótesis eso fue
resultado tanto de un aumento en la intensidad del trabajo como del reemplazo
de los asalariados registrados por trabajadores por cuenta propia, algunos de
los cuales pueden haber sido incorporados como trabajadores “tercerizados”.
Gráfico 4:
Evolución del valor agregado en precios constantes, los puestos de trabajo
totales y de los asalariados en la industria manufacturera, 2016-2021 (índice
2016 = 100)
Fuente: Elaboración propia en base
a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset]. Valor agregado bruto e insumo de mano de obra por sector de
actividad económica; remuneración al trabajo asalariado, ingreso mixto e insumo
de mano de obra por sexo y tramos de edad,
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-49.
El liderazgo de la industria en la
recomposición de los márgenes de ganancia y en la elevación de los precios
Como derivación de todas estas cuestiones, es
evidente que en la industria se puso de manifiesto una importante recuperación
de los márgenes de ganancia.[15]
Como una aproximación a esta afirmación en el Gráfico 5 se verifica que el
excedente de explotación (EEB) en la industria subió del 36,3% del valor
agregado al 51,8% entre 2017 y 2021. Se trata de una recomposición de 15,5
puntos porcentuales en un lustro.
En
ese mismo período el excedente apropiado por los empresarios que operan en el
comercio mayorista y minorista aumentó del 38,5% al 46,8% (8,2 puntos
porcentuales de ascenso), en tanto que en el resto de las actividades el
incremento fue del 39,7% al 45,5% (5,8 puntos).
De todos modos, estas afirmaciones deben
matizarse para el análisis de los sectores dominantes ya que en la generalidad
de los casos están conformados en grupos económicos integrados vertical y/u horizontalmente
y, por lo tanto, actúan en diversas actividades simultáneamente como es el
caso de la industria y el comercio (Basualdo y Manzanelli,
2022).
Gráfico 5:
Participación del excedente bruto de explotación en el valor agregado en la
industria, el comercio y el resto de las actividades, 2017-2021 (en
porcentajes)
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset].
Valor agregado bruto e insumo de mano de obra por sector de actividad
económica, https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-49
Aún
a pesar de las limitaciones que se desprenden del análisis sectorial sin
considerar la forma de propiedad, resulta interesante advertir la conexión que
existe entre esa recomposición sectorial de los niveles de rentabilidad y la
evolución de los precios. En el Gráfico 6 se constata que esa relación fue
directamente proporcional. Es decir que fue en la industria donde se advierte
un mayor incremento de los precios de producción respecto a la evolución de los
precios del resto de las actividades económicas, e incluso –aunque en menor
medida– del comercio.
Tal
es así que en la industria los precios implícitos del valor agregado se
incrementaron 494,2% entre 2017 y 2021 y en el comercio 451%, mientras que en
el resto de las actividades los aumentos de precios rondaron el 306,9%. Dicho
de otra manera, los precios industriales subieron 46% por encima del resto de
las actividades y 7,8% más que los de comercio.
En
efecto, a partir de estas evidencias se puede inferir que las abultadas
transferencias del trabajo al capital y la consiguiente recomposición de las
ganancias en el ámbito manufacturero estuvieron influenciadas, al menos en
parte, por un ajuste en los precios que fue superior no solo a los salarios
nominales sino también al aumento de precios en el resto de las actividades
económicas. En otras palabras, se trata de los principales beneficiarios de la
estructura de precios y rentabilidades relativas que tendieron a configurar las
devaluaciones que signaron la crisis de 2018-19 como la que tuvo lugar en el
marco de la pandemia en 2020 con su peculiar recuperación en 2021.
Gráfico 6: Evolución
del índice de precios implícito del valor agregado en la industria, el comercio
y el resto de las actividades, 2017-2021 (índice 2017 = 100)
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Índice de precios internos básicos al por
mayor. [Dataset].
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-32
Una aproximación al análisis de los precios
relativos industriales: la selección de las cadenas sectoriales de la industria
siderúrgica y aceitera
Con el objeto de estilizar el análisis de los
precios relativos industriales, y adentrarse de esta manera en las pujas
distributivas en el plano intra-capital en contextos
de “alta inflación”, se procura avanzar en el estudio de las variaciones de
precios que tuvieron lugar en la industria siderúrgica y la aceitera, dos
sectores que exhibieron un incremento de sus precios mayoristas por encima del
promedio (Gráfico 7).
Cabe
aclarar que desde el punto de vista temporal se optó por llevar a cabo un análisis
trimestral, en lugar del anual que se abordó previamente, al tiempo de extender
el análisis hasta el segundo trimestre de 2022. Esto se vincula con la
especificidad de la problemática estudiada, puesto que se busca prestar
atención a los dos períodos diferenciados de aceleración de los precios: 1) el
que tuvo lugar durante las devaluaciones que se iniciaron en abril de 2018
hasta 2019, y 2) el que se puso de manifiesto como consecuencia de factores
domésticos y otros derivados de la pandemia y la guerra en Ucrania en 2021 y
2022. Asimismo, en lugar de los precios implícitos del valor agregado, que no
permiten una desagregación acorde a la indagación propuesta, se utilizaron los
precios internos al por mayor (es decir, los precios “a puerta de fábrica”).
En
efecto, tal como se constata en el Gráfico 7, mientras el promedio general de
precios mayoristas se incrementó un 566,9% entre el primer trimestre de 2018 y
el segundo de 2022, los de aceites y grasas vegetales lo hicieron en 854,6% y
los siderúrgicos (minerales ferrosos en formas básicas) en 759,5%.
En las dos subetapas de “alta inflación”
(primer trimestre de 2018 al cuarto de 2019 y entre éste y el segundo de 2022),
los precios mayoristas totales se elevaron 142,9% en el primero y 174,5% en el
segundo. En el primer período los precios de aceites y grasas vegetales
subieron menos (147,4%) que los de la siderurgia (180,2%) pero ambos por encima
del promedio general. En el segundo es cuando se asiste, en cambio, a la fuerte
expansión de los precios de aceites (285,8%), siendo también relevante el ascenso
de los precios de la siderurgia (206,7%).
Gráfico
7: Evolución del promedio general de los precios mayoristas y el de los
minerales ferrosos en formas básicas y de aceites y grasas vegetales, 1er trim. 2017-2do trim. 2022 (índice
1er trim. 2018=100)
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Ìndice de precios internos básicos al por mayor. [Dataset]. https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-3
Cabe señalar que el proceso de expansión
relativa de los precios de estas actividades se monta sobre una tendencia que,
a pesar de las recesiones que signaron la actividad general y los impactos de
la pandemia sanitaria, muestra un leve crecimiento de la producción sectorial.
En efecto, según información de las respectivas cámaras empresarias (Cámara
Argentina del Acero y Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina)
entre 2017 y 2021 las toneladas de manufacturas siderúrgicas se elevaron 4,8%
(1,2% anual acumulativo), en tanto que la industria molinera registró un
aumento de las toneladas procesadas de 1,5% (0,4% anual).
Por
su parte, en base a los datos publicados por el Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social, el costo salarial -medido como la remuneración promedio de
los trabajadores registrados deflactada por los precios mayoristas de su
respectiva rama- indicó un retroceso importante entre los años 2017 y 2021.
Para el caso de las industrias básicas del hierro y el acero la retracción fue
del 43,4%, mientras que en la industria aceitera la disminución fue del 40,6%.
La selección de estos sectores
no obedece solo al importante incremento de sus precios en el período de “alta
inflación”, sino a dos factores que resultan de interés. En primer lugar, se
trata de rubros donde el impacto del aumento de los precios internacionales es
indudable.[16]
En
segundo lugar, se trata de cadenas sectoriales donde coexisten ramas con elevados
niveles de concentración con otras más atomizadas, lo que permite aproximarse a
las distorsiones en los precios relativos de la cadena sectorial que suelen
establecer las firmas oligopólicas no solo en el nivel sino en la variación de
precios en un contexto altamente inflacionario.[17]
Como
decía Julio H. G. Olivera (1960, pp. 618-619) en su teoría estructuralista de
la inflación, la tendencia del nivel de precios depende de las circunstancias
reales que determinan los precios relativos, siendo que el impulso al aumento
de precios proviene de una alteración en las condiciones que determinan los
precios relativos y de la consiguiente tendencia a la variación de estos
últimos. Según esta visión, el “impulso” inicial puede obedecer a uno o
diversos incrementos de costos, como es el caso de los salarios, las tarifas,
el tipo de cambio, los precios internacionales, etc. Sin embargo, ese impulso
inicial que modifica la estructura de los precios relativos solo desencadena
un proceso inflacionario si existe cierta rigidez a la baja de los precios. Es
decir que, si no existiera la inflexibilidad en los precios, una vez absorbidos
los efectos del shock inicial en los precios relativos, el ritmo inflacionario
debería retornar a su ritmo anterior. Pues bien, en palabras de Olivera (1960,
p. 622): “una de las causas principales de aquella rigidez es la política de
precios de las firmas bajo condiciones de competencia imperfecta”. Por lo
tanto, en condiciones de competencia imperfecta, donde los precios son
inflexibles en sentido descendente, la adaptación de las relaciones de precios
al cambio de las circunstancias económicas tiende a producir un estado crónico
de inflación, lo cual es válido aun en niveles de alta inflación (Olivera,
1967).
Según
un estudio previo basado en el Censo Nacional Económico 2004-2005 (último
disponible), en las industrias básicas de hierro y acero (27100 de la CIIU) los
8 mayores locales concentraron el 68,8% del valor de producción del mercado en
2003 (Azpiazu, 2011).[18]
Por su parte, en un informe reciente del Ministerio de Economía (2021) se
constata que seis grandes empresas siderúrgicas explican la producción
nacional, destacándose entre ellas las principales firmas del grupo Techint (Siderar en productos planos y Siderca
en tubos), y las actualmente empresas transnacionales Acindar y Acerbrag especializadas en aceros largos. Completan la
grilla la firma Gerdau, que también produce aceros largos, y Aceros Zapla que
fabrica aceros especiales.
En
la rama elaboración de aceites y grasas de origen vegetal (15140 de la CIIU)
los 8 mayores locales explicaron el 73,0% del valor de producción de la rama en
2003 (Azpiazu, 2011). Según datos de la Cámara de la Industria Argentina de la
República Argentina (CIARA), las primeras 10 empresas productoras concentraron
el 86,6% de la capacidad de molienda de oleaginosas en 2020. Renova explicó el
15,1% de esa capacidad, Cargill el 10,0%, Louis Dreyfus el 9,4%, Molinos Agro
el 9,4%, Terminal 6 Industrial el 9,4%, COFCO el 8,7%, Aceitera General Deheza el 8,3%, Bunge el 6,6%, Vicentín
el 5,0% y Oleaginosa San Lorenzo el 4,7%.
Desde
el punto de vista metodológico se establecieron las relaciones económicas de
cada una de las ramas analizadas a partir de la información sistematizada por
el cuadro de oferta y utilización (COU) del año 2019 publicado por el INDEC.[19] La
matriz de utilización a precios de comprador[20]
permite identificar las compras y ventas de la industria siderúrgica y la
molinera, y la matriz de oferta a precios de comprador[21]
permite seleccionar los productos relevantes de las industrias seleccionadas.[22]
Así, se confeccionaron diagramas sectoriales indicando las participaciones de
los productos en las compras-ventas de cada industria (siderurgia y aceitera).
De este modo se logró identificar los principales insumos y “clientes” de esas
industrias para luego contrastar sus variaciones de precios.
En lo
concerniente a los precios, si bien se trabajó principalmente con el índice de
precios internos mayoristas, su insuficiente desagregación en algunos casos
(máximo 4 dígitos de las CIIU) o la ausencia de información en otros (el IPIM
solo releva algunos productos primarios, manufacturados y energéticos)
conllevó la necesidad de utilizar el índice de precios implícitos del PBI, el
índice de precios al consumidor u otros alternativos para establecer las
comparaciones. Aun así, no se pudieron analizar las relaciones de precio “intra
sectoriales” –es decir, dentro de las ramas 27100 y 15140– pero sí de los
precios más relevantes de los insumos y ventas “extra sectoriales” que
componen la matriz insumo-producto de las actividades mencionadas. Las
relaciones “intra sectoriales” son relevantes en las compras-ventas que se
establecen –en las cadenas o bloques sectoriales estudiados, lo cual coincide
con los resultados estudios previos (Lifschitz, 1992
y 2017)–, pero en todos los casos son inferiores al 50% de las compras y las
ventas.[23]
Otra
limitación del estudio consiste en omitir las estrategias de integración
vertical de los grupos económicos en el análisis de las relaciones de precios.
Es decir, la inserción de los grupos económicos en distintas etapas del bloque
sectorial a través de sus empresas controladas o vinculadas y, de esta manera,
alcanzar una visión más estilizada de la conformación de los precios relativos
en la cadena. En efecto, los resultados de la investigación constituyen una
aproximación preliminar a la problemática en cuestión que deberá ser profundizada
en estudios posteriores, pero que no deja de brindar elementos interesantes sobre
la especificidad que asume la configuración actual de los precios relativos
industriales en el marco del proceso inflacionario que experimenta la economía
argentina.
La cadena sectorial de la industria
siderúrgica y sus precios
De acuerdo a la información que consta en el
Imagen 1, los principales productos de la industria siderúrgica argentina en
2019 fueron el hierro y aceros comunes y los productos laminados, estirados o
doblados de hierro o acero. Se trata de lo que se denomina un “insumo
difundido”, razón por la cual su destino es principalmente para consumo
intermedio (90,4%) y para la exportación (9,6%), centralmente de tubos sin
costura a Estados Unidos y Arabia Saudita.
Por
su parte, casi la mitad de los insumos que compra la industria siderúrgica corresponden
a compra-ventas que se realizan “intra sector”: productos laminados, estirados
o doblados de hierro y acero representaron el 35,4% de las compras de la
industria siderúrgica en 2019, el hierro y aceros comunes el 7,4% y los
productos metálicos estructurales el 3,8%.
En
el resto de los insumos (los “extra sectoriales”) se destacan los minerales y
concentrados de hierro, excepto piritas de hierro tostadas, que tuvieron una
gravitación del 10,4% en las compras del sector; los servicios de transmisión y
distribución de electricidad (el 5,2%); los servicios de transporte (el 4,3%);
los desperdicios o desechos metálicos (el 4,2%); la hulla, lignito y turba (el
3,7%); y otros servicios profesionales (el 3,4% de las compras).
Imagen
1: Distribución de las compras y las ventas de la industria siderúrgica por
productos, 2019 (en millones de pesos de 2019 y porcentajes del total)
*Nota 1: Productos y servicios con una
participación menor al 3,0% y superior al 1,0%: servicios de mantenimiento;
otras máquinas para usos generales y sus partes y sus piezas; cobre, níquel,
aluminio, plomo, zinc y estaño, sin elaborar; lámparas eléctricas; servicios
de manufacturas; productos refractarios y no refractarios; servicios
financieros; motores, generadores y transformadores eléctricos, y sus partes y
sus piezas; locutorios.
**Nota 2: Productos y servicios con una
participación menor al 1,0% y superior al 0,5%: fabricación de muebles,
industrias manufactureras; fundición de hierro y acero, fundición de metales no
ferrosos; construcción y reparación de buques, fabricación de locomotoras y
material rodante, fabricación de equipos de transporte; fabricación de motores,
generadores y transformadores eléctricos; fabricación de productos minerales no
metálicos; reciclado, reparación y mantenimiento; extracción de minerales
metalíferos no ferrosos.
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Cuadro
de oferta y utilización 2019. [Dataset]. https://www.ind ec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-114.
Si se contrasta la evolución de los precios
mayoristas de los minerales ferrosos en formas básicas y la de los principales
insumos “extra sectoriales”[24]
(precios mayoristas de energía eléctrica y los precios de importación de
mineral de hierro) se constata que el crecimiento de los precios de
importación del mineral de hierro (37,2% en dólares y 723,5% en pesos por las
variaciones del tipo de cambio) fue trasladado con creces a los precios
internos de la siderurgia entre el primer trimestre de 2018 y el segundo del 2022
(759,5%), es decir cuando se aceleró el proceso inflacionario. Esto vale
especialmente para el período 2021-2022 (Gráfico 8).
Por su parte, los precios de la energía
aumentaron 391,1% entre el primer trimestre de 2018 y el segundo de 2022. La
disociación entre ambos precios se manifiesta durante el gobierno del “Frente
de Todos”.
Gráfico
8: Evolución de los precios mayoristas de la siderurgia y la energía eléctrica
y de los precios de importación del mineral de hierro, 1er trim.
2017-2do trim. 2022 (índice 1er trim.
2018=100)
Nota: Se calculó el precio de importación del
mineral de hierro a partir de la relación entre el valor y la cantidad
importada de la partida 26011100 de la Nomenclatura Común del Mercosur (NCM), y
su multiplicación por el tipo de cambio mayorista.
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. [Dataset]. https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-32; Banco Central de la República Argentina, Índice
de precios internos básicos al por mayor; Tipo de Cambio de Referencia
Comunicación “A” 3500, y Tipo de Cambio Nominal Promedio Mensual. [Datasets].
https://www.bcra.gob.ar/PublicacionesEstadisticas/Tipos_de_cambios.asp
En las relaciones “hacia delante” de la cadena
sectorial –es decir, donde predominan sus ventas como bienes intermedios– se
destacan las siguientes actividades que constituyen los “clientes” locales de
la industria siderúrgica: la construcción compró el 28,5% de los insumos
siderúrgicos en 2019, las industrias básicas de hierro y acero (que refleja la
compra-venta “intra sector”) el 18,4%, la fabricación de productos elaborados
de metal el 14,4%, la fabricación de productos metálicos para uso estructural
el 6,5%, la extracción de petróleo crudo y gas el 4,8%, la fabricación de
maquinaria de uso especial el 3,9%, la fabricación de vehículos y carrocería
el 3,2%, etc. (Imagen 1).
Si se contrastan los precios siderúrgicos
respecto al de las principales actividades “extra sectoriales” que utilizan los
productos siderúrgicos como un insumo para su producción, también se advierte
una expansión superior de los primeros (Gráfico 9). Esto es independiente de
que se trate de ramas altamente concentradas (automotriz), de mediana
concentración (máquinas de uso especial) o de mayor atomización en la oferta (productos
metálicos para uso estructural).
En efecto, entre el primer trimestre de 2018 y
el segundo de 2022 los precios de los productos siderúrgicos aumentaron 759,5%,
cuando los de la fabricación de vehículos y productos metálicos para uso
estructural lo hicieron en 675,8%. Por su parte, los precios de las máquinas de
uso especial aumentaron 580,1% y los precios implícitos de la construcción
343,8% hasta el primer trimestre de 2022 (último dato disponible). Si bien la
brecha de precios siderúrgicos respecto al resto fue superior durante todo el período
2018-2022, se advierte un incremento más evidente a partir de 2021.
Gráfico
9: Evolución de los precios mayoristas de minerales ferrosos en formas básicas
y de los precios vinculados a las ventas “extra sectoriales” de la cadena
siderúrgica, 1er trim. 2017-2do trim.
2022 (índice 1er trim.2018=100)
Nota: En
todos los casos se trata de precios mayoristas (IPIM) salvo construcción que
corresponde a los precios implícitos del valor agregado (IPI).
Fuente: Elaboración propia
en base a INDEC, Índice de precios internos básicos al por mayor; Series
trimestrales de oferta y demanda globales y Series por sector de actividad
económica: valor bruto de producción y valor agregado brutos, índice de
precios implícitos. [Datasets]. https://www.indec. gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-32 y
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-47
En
efecto, la industria siderúrgica no solo se vio favorecida en este período en
la “carrera de precios” respecto a los salarios industriales y al nivel general
de los precios mayoristas, sino también en los cambios que se evidenciaron en
los precios relativos de su bloque sectorial. Sus precios subieron por encima
de los de sus principales insumos “extra sectoriales” (principalmente de
energía eléctrica y en menor medida del mineral de hierro) y de los productos
que los utilizan como bienes intermedios (construcción, automóviles, productos
metálicos de uso estructural y maquinarias de uso especial). El oligopolio siderúrgico
logró trasladar así el aumento de los precios de importación –sumada la
variación del tipo de cambio– del mineral de hierro y, en un contexto altamente
inflacionario, definir una estructura de precios y rentabilidades relativas a
su favor a lo largo de la cadena.
La cadena sectorial aceitera y sus precios
relativos
En lo concerniente a la industria aceitera
vale señalar que sus principales productos en 2019 fueron: aceites y grasas
animales y vegetales; tortas de semillas oleaginosas y otros residuos sólidos
resultantes de la extracción de grasas o aceites vegetales; harinas de semillas
o frutas oleaginosas, excepto las de mostaza; ceras de origen vegetal, excepto
los triglicéridos; degrás; residuos resultantes del
tratamiento de sustancias grasas o ceras de origen animal o vegetal. Tal como
se advierte en Imagen 2, el destino de su producción se orientó en un 56,9% a
las exportaciones en 2019 y 27,6% a la demanda final, en tanto que el 15,5% restante
forma parte del consumo intermedio de otras actividades.
Respecto
a las principales compras de insumos de la industria aceitera en 2019, cabe
apuntar que en esta rama las transacciones “intra sectoriales” son minoritarias
(el 11,6% de las compras que hizo el sector). En cambio, la compra de insumos
de la industria molinera se explica predominantemente por la adquisición de
semillas y frutas oleaginosas que representan el 70,8% de las mismas.
Finalmente, aunque con una gravitación muy inferior, se encuentran los
servicios de manufacturas (2,2%).
En
ese marco, resulta interesante advertir que el incremento de los precios
mayoristas de aceites y grasas vegetales (954,6% entre el primer trimestre de
2018 y el segundo de 2022) se encuentra en línea con el de su principal insumo
“extra sectorial”, aunque en un nivel inferior. En tanto proxy de los insumos
agrupados en semillas y frutas oleaginosas, los precios mayoristas de cereales
y oleaginosas treparon en el mismo período 914,%.
Cuando
se produjeron las devaluaciones de 2018 y 2019, los precios de cereales y
oleaginosas treparon por encima de los de aceites y grasas vegetales (168,2%
versus 147,4%, respectivamente). En cambio, en el marco de la crisis de la
pandemia y la recuperación posterior los precios de la industria aceitera
subieron por encima de los de cereales y oleaginosas: 285,8% versus 278,8%.
Esto es especialmente así desde que se aceleró el proceso inflacionario local
e internacional en octubre de 2020, ya que los precios de aceites y grasas
vegetales aumentaron 210,9% entre el tercer trimestre de 2020 y el segundo de
2022, mientras que el de cereales y oleaginosas lo hicieron en 186,8%.
Como
se mencionó previamente, el perfil de especialización de la industria aceitera
denota una marcada orientación exportadora (56,9% de su producción se destina a
ventas en el exterior). El 43,1% restante de las ventas del sector se
orientaron al mercado interno en 2019, siendo relevante el peso de las ventas
de bienes finales (27,6%). En el restante 15,5% que corresponde a bienes
intermedios se advierte una mayor presencia del comercio “intra sectorial” con
una participación del 47,6% en las ventas de bienes intermedios. También es
importante la elaboración de alimentos para animales que representó el 20,7% de
las ventas de bienes intermedios en 2019 y la elaboración de productos de
panadería que explicó el 7,8% de esas ventas (Imagen 2).
Imagen 2: Distribución de las compras y las
ventas de la industria molinera por producto, 2019 (en millones de pesos de
2019 y porcentajes del total)
*Nota
1: Productos y servicios con una participación menor al 2,2% y superior al
0,5%: legumbres; servicios comerciales al por mayor; servicios de
mantenimiento; depósitos, cisternas, recipientes de hierro, calderas; servicios
de transmisión y distribución de electricidad, servicio de gas; servicios de
transporte por carretera; servicios de suministros de comida; comisiones,
servicios de intermediación financiera; bombas, compresores, motores de fuerza
hidráulica y motores; servicios de investigación y seguridad.
*Nota
2: Productos y servicios con una participación menor al 1,0% y superior al
0,05%: elaboración de pastas frescas y pastas secas; productos cárnicos;
preparación de frutas, hortalizas y legumbres; administración pública, defensa,
seguridad social; elaboración de pescado; servicios sociales y de salud,
privados; curtido y terminación de cueros, fabricación de bolsos y artículos de
cueros; fabricación de plásticos.
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas nacionales. [Dataset].
Cuadro de oferta y utilización 2019,
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-9-114
Gráfico
10: Evolución de los precios mayoristas de aceites y grasas vegetales y de
cereales y oleaginosas, 1er trim. 2017-2do trim. 2022 (índice 1er trim.2018=100)
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Índice de precios internos
básicos al por mayor. [Dataset]. https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-32.
En
lo que concierne a la evolución de los precios de la industria aceitera
respecto a la demanda final, cabe apuntar que los precios a puerta de fábrica
de aceites y grasas vegetales crecieron por encima de los precios al
consumidor de aceite de girasol entre el primer trimestre de 2018 y el segundo
de 2022 (854,6% versus 574,7%). En ese marco, según información del
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, el precio de exportación FOB de
aceite de soja creció por encima de ambos precios, elevándose 126,1% en
dólares, y 1.311,4% en pesos (Gráfico 10).
Respecto
a los precios mayoristas de los productos de panadería (una rama escasamente
concentrada) se advierte una brecha importante, ya que éstos crecieron 430,9%
entre el primer trimestre de 2018 y el segundo de 2022, prácticamente la mitad
de los precios mayoristas de la industria aceitera.
La
excepción corre por cuenta de los precios de los alimentos balanceados (una rama
medianamente concentrada), que aumentaron 882,1% entre el primer trimestre de
2018 y el segundo de 2022 (Gráfico 11). Esto obedece al comportamiento de los
precios en 2018-2019, ya que entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo de
2022, los precios de aceites aumentaron 285,5% y los de los alimentos
balanceados 247%.
Gráfico
11: Evolución de los precios mayoristas de aceites y grasas vegetales y de los
precios vinculados con las ventas “extra sectoriales” de la industria aceitera,
1er trim. 2017-2do trim.
2022 (índice 1er trim. 2018=100)
Nota: En todos los casos se trata de los precios mayoristas salvo aceite
de girasol, que corresponde a los precios al consumidor.
Fuente:
Elaboración propia en base a INDEC, Índice de precios internos básicos al por
mayor y precios al consumidor. [Datasets]. https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-32 y
https://www.indec
.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-5-31
En
suma, el análisis de los precios relativos en la cadena aceitera permite
advertir que en buena medida la industria molinera pudo trasladar a sus precios
mayoristas el incremento de su principal insumo (cereales y oleaginosas) y
ambos resultaron beneficiados, con sus más y sus menos, de la modificación en
la estructura de precios relativos del bloque sectorial en el contexto de “alta
inflación”. De allí que sus precios se elevaron por encima de los precios
minoristas y, especialmente a partir del tercer trimestre de 2020, de los precios
mayoristas de los productos “extra sectoriales” que utilizan al aceite como un
bien intermedio.
Síntesis final
Los hallazgos de esta investigación permiten
aportar diversos elementos de juicio en torno a la preocupación principal del
trabajo, esto es: el análisis de la distribución del ingreso en el ámbito
fabril en el período 2016-2021 y su vinculación con la dinámica de los precios
relativos industriales en un contexto de “alta inflación”. Una primera
cuestión para considerar es que, en el sector industrial, el retroceso en la
participación de los asalariados en el ingreso más que duplicó el que tuvo
lugar en la economía en general (pérdida de 18,6 puntos porcentuales versus
casi 9 puntos por lo ocurrido especialmente entre 2017 y 2021). Lo propio cabe
al analizar el incremento significativo de la participación empresarial medido
a través de excedente de explotación bruto sobre el valor agregado (15,5 puntos
de aumento en la industria versus 7 en el total de la economía).
Entre
los factores que tendieron a impulsar esta fuerte recomposición de los márgenes
de ganancia en la industria cabe señalar, por un lado, la importante ampliación
de la brecha entre el salario real y la productividad entre 2017 y 2021. En
particular se destaca este último año, ya que allí la productividad del sector
se elevó respecto al año anterior un 11,2% y los salarios reales retrocedieron
un 6,5%. Por el otro, se advierte un incremento de los precios industriales por
encima del promedio de la economía en un escenario altamente inflacionario.
Este último aspecto tendió a reducir los costos salariales, ya que, como se
mencionó, los precios sectoriales tendieron a reducir los salarios industriales
en precios constantes, pero también se dio en el marco de modificaciones en los
precios relativos del sector.
Retomando
la cita de Kalecki que consta en la introducción, la
hipótesis de este trabajo es que la regresividad distributiva que tuvo lugar
en la industria se reflejó tanto en la relación capital-trabajo como en la
relación capital-capital a favor de las ramas oligopólicas. En la generalidad
de los casos, las firmas oligopólicas tienen mayores posibilidades de trasladar
a sus precios internos las variaciones generales que se producen por factores
exógenos y/o endógenos a la economía argentina. Siguiendo a Olivera, esto
podría estar incidiendo para consolidar un proceso inflacionario en un nivel
superior tras el impulso inicial asociado al shock de precios internacionales,
dada la “rigidez a la baja en los precios” que deviene de la “competencia
imperfecta”, entre otros elementos.
En
tal sentido, los hallazgos que se produjeron en el análisis de los precios
relativos en las cadenas o bloques sectoriales de la industria siderúrgica y la
aceitera constituyen apenas un avance preliminar en esta línea de
investigación que, como se mencionó, debe ser profundizada en futuros trabajos.
Sin embargo, resulta interesante enfatizar que tanto el oligopolio siderúrgico
como el aceitero se vieron beneficiados, con sus más y sus menos, en las
modificaciones de los precios relativos que tuvieron lugar en sus bloques
sectoriales. En otras palabras, no solo se vieron beneficiados por la reducción
de los salarios reales sino por la distribución del excedente en sus relaciones
de insumo-producto.
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Siglo XXI editores.
Contribución de autoría (taxonomía CRediT)
Pablo Daniel Manzanelli:
conceptualización, investigación, metodología, visualización, redacción -
borrador original y redacción - revisión y edición.
Leandro Tomás Amoretti: conceptualización,
investigación, metodología, visualización, redacción - borrador original y
redacción - revisión y edición.
[1] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Área de Economía y
Tecnología. Universidad Nacional de Quilmes, Departamento de Economía y
Administración. ORCID: 0000-0002-4683-9405. pdmanzanelli@gmail.com
[2] Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Área de
Economía y Tecnología. ORCID: 0000-0001-7830-3624. leandroamoretti@gmail.com
[3] Al respecto, se recomienda consultar Banco Central de la
República Argentina –BCRA– (2020), Belloni y Cantamutto
(2019), Brenta (2021), Manzanelli, González y
Basualdo (2020) y Wainer (2021).
[4] Véase González (2022) y Manzanelli
y Garriga (2022).
[5] Véase, en otros, Abeles y Amar
(2017), Castells y Schorr (2015), Coatz
y Schteingart (2016), Lavarello
(2017), y Manzanelli y Calvo (2021a).
[6] Según información del Área de Economía y Tecnología de
la FLACSO (Sede Argentina), las 100 empresas industriales de mayor facturación
concentraron el 43% del valor de producción industrial en 2018.
[7] En palabras de Kalecki (1956
[1995]: p. 19): “Las variaciones del grado de monopolio no sólo tienen
importancia decisiva en la distribución del ingreso entre trabajadores y
capitalistas, sino en ciertos casos también en la distribución del ingreso
entre la propia clase capitalista. El aumento del grado de monopolio ocasionado
por la expansión de las grandes empresas da lugar a que las industrias en que
éstas predominan absorban una proporción mayor de los ingresos totales y las
demás industrias una parte menor, es decir, el ingreso se redistribuye de las
empresas pequeñas a las grandes”.
[8] La nueva estimación del INDEC (2017) sobre distribución
funcional del ingreso, luego de su discontinuación a partir de 2008, exhibe un
nivel de participación asalariada superior a estimaciones alternativas. Cabe
señalar que los cambios de año base del PBI producen diferencias en los niveles
de participación como ocurrió con el PBI año base 1993 y año base 2004 (Manzanelli y Basualdo, 2020). Es probable que la
desactualización del año base del PBI, que data del último Censo Nacional
Económico 2004-05, genere distorsiones en este sentido en la estimación actual.
[9] El INDEC (2017) la define de la siguiente manera: la
remuneración total, en dinero o en especie, que una empresa debe pagar a un
asalariado en contraprestación del trabajo realizado durante el período
contable. La remuneración de los asalariados, a su vez, se compone de dos
elementos: I. Los sueldos y los salarios por pagar en dinero o en especie. II.
Las contribuciones al seguro social que los empleadores deben pagar.
[10] La mencionada publicación dice que: “es el saldo
contable de las empresas no constituidas en sociedades, propiedad de los
hogares cuyos propietarios o miembros aportan mano de obra no remunerada de una
clase similar a la que podrían aportar trabajadores remunerados. El ingreso
mixto contiene, implícitamente, un elemento de remuneración del trabajo
realizado por el propietario o por otros miembros del hogar que no puede
identificarse por separado del rendimiento obtenido por el propietario como
empresario”.
[11] Como se mencionó anteriormente, el valor agregado se
compone de VA = RTA + IMB + EEB + T-S. De acuerdo con el método del INDEC en el
sector público no se contabiliza ni el IMB ni el EEB, pero como la RTA es
equivalente al VA, el T-S fue de -1,8% del VA en 2021. Cabe mencionar que el
sector público incluye: administración pública y defensa; planes de seguridad
social de afiliación obligatoria; enseñanza pública; y servicios sociales y de
salud públicos.
[12] Ese es el caso de electricidad, gas y agua; hoteles y
restaurantes; intermediación financiera; actividades inmobiliarias,
empresariales y de alquiler; servicios sociales y de salud privados, otros
servicios comunitarios, sociales y personales; y los hogares privados con
servicio doméstico.
[13] Cabe señalar que el valor agregado en precios constantes
de la intermediación financiera se reduce en un 8,4% entre 2017 y 2019.
Independientemente de las características de la crisis y su impacto en el
sector financiero, debe considerarse que las variables de desempeño de este
sector deben contemplar otros indicadores que las que se analizan en este
informe que tienen mayor relación con la economía real.
[14] Tal como consta en el trabajo de Basualdo (2008),
asumiendo que: va = valor agregado; o = nivel de ocupación; s = salario medio
real; pa = participación de asalariados en el ingreso
pl = va/o pa = sxo/va por lo tanto: o x pl = sxo/pa
1. va = o x pl 2. va = sxo/pa 3. pa = s x o/pl x o = s/pl
es decir que la
participación de los asalariados en el ingreso es una función de la relación
entre los salarios y productividad.
[15] El INDEC define al excedente de explotación bruto (EEB)
como “el saldo contable de las empresas constituidas en sociedades. Es una
medida del excedente o el déficit devengado de los procesos de producción, sin
tener en cuenta los intereses, las rentas o los gastos análogos que deben ser
pagados por los activos financieros o los activos no producidos recibidos en
préstamo o arrendados por la empresa, ni los intereses, las rentas o los
ingresos análogos que deben ser cobrados por los activos financieros, o los
activos no producidos que son propiedad de la empresa, necesarios para llevar a
cabo el proceso de producción. Este saldo contable se obtiene una vez que se
deducen del valor agregado la remuneración de los asalariados y los impuestos,
menos las subvenciones sobre la producción” (INDEC, 2017, p. 9).
[16] De acuerdo con información de la Subsecretaría de
Mercados Agropecuarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, entre
el primer trimestre de 2018 y el segundo de 2022 los precios internacionales
(valores FOB) de los aceites de soja y girasol registraron incrementos del
126,1% y 170,0%, respectivamente.
[17] A simple título ilustrativo, cabe señalar que las ramas
oligopólicas incrementaron sus precios por encima del promedio industrial en el
período 2001-2010 (Manzanelli y Schorr,
2013). Estudiando el bloque textil algodonero, Basualdo (2019, p. 130) sostiene
que “es importante señalar que en todos los bloques, cualquiera sea la
naturaleza de su producción, hay ramas que asumen una relevancia específica
porque son las que determinan tanto la tecnología utilizada como los precios
relativos y, por lo tanto, las rentabilidades relativas de las actividades que
integran el bloque sectorial: se trata de los núcleos técnicos y económicos,
que en este caso son el hilado y el tejido textil. […] Ambas
constituyen ramas altamente concentradas.
[18] Según el citado trabajo de Azpiazu, las ramas altamente
concentradas (RAC) son aquellas en las que los primeros 8 locales explican más
del 50% del valor de producción, en las medianamente concentradas (RMC)
concentran entre un 25% y un 50%, y en las escasamente concentradas (REC) menos
del 25% de la producción.
[19] Aquí el COU ha sido incorporado como una aproximación de
la Matriz Insumo Producto (MIP), no obstante en el primer caso se trata de una
herramienta estadístico contable y en el segundo de una herramienta analítica
que incluye fuente adicionales y consolida la información en una única matriz
cuadrada (INDEC, 2021).
[20] “La matriz de utilización a
precios de comprador consiste en un conjunto de equilibrios de productos que
abarcan todos los productos disponibles en la economía, integrados bajo la
forma de un cuadro, donde en las filas se muestran los productos valorados a
precios de comprador y en las columnas se indica la disposición de los
productos según los diferentes tipos de usos” (INDEC, 2021, p. 9).
[21] “La matriz de oferta a precios de comprador consiste en
una matriz rectangular cuyas filas se corresponden a los mismos grupos de
productos del cuadro de utilización, y las columnas corresponden a la oferta de
la producción interna valorada a precios básicos, más columnas para las
importaciones y los ajustes de valoración necesarios para obtener el total de
oferta de cada (grupo de) producto(s) valorado(s) a precios de comprador”
(INDEC, 2021, p. 9).
[22] Cabe aclarar que las actividades elaboración de grasas y
aceites vegetales e industrias básicas de hierro y acero presentan en la matriz
de oferta un conjunto más amplio de productos que los seleccionados. Se
consideraron los más importantes, alcanzando en el primer caso a explicar el
91,3% de los bienes y servicios de la industria, y en el segundo el 95,2%.
[23] Corresponde señalar que la metodología aplicada en este
trabajo resulta consistente con el algoritmo de eslabonamientos a través de
coeficientes técnicos de participación de ventas y compras utilizado por Lifschitz (2017) para estructurar las cadenas de valor en
tanto complejos productivos ordenados detrás de una actividad principal.
[24] Cabe recordar que, como se planteó anteriormente, dada
la información disponible, no se puede abordar el análisis de los precios
“intra sectoriales”.