Las
cuatro periferias. Senderos de desarrollo y reconfiguración de la condición
periférica entre finales del siglo XX
y comienzos del siglo XXI
The
Four Peripheries. Development Paths and Reconfiguration of the Peripheral Condition Between the End of the 20th Century and the Beginning of the 21st Century
Matías
Kulfas[1]
Resumen:
En las últimas cuatro décadas se produjeron cambios
en el mundo periférico que incluyeron el desarrollo de algunas regiones de
Asia, la emergencia de China como nuevo territorio de acelerado desarrollo y el
avance de la periferia europea. América Latina, por el contrario, no mostró
senderos de desarrollo e, incluso, se observa, en varios casos, un
ensanchamiento de las brechas respecto al mundo desarrollado. Las transformaciones
productivas, tecnológicas y geopolíticas acontecidas en el escenario internacional
desde la década de 1970 sugieren la necesidad de actualizar el marco analítico
planteado por Raúl Prebisch (1949). En este trabajo
se plantea un esquema alternativo para analizar la economía mundial de fines de
siglo XX y comienzos del siglo XXI, definiendo la existencia de cuatro
periferias. Se propone un modelo empírico basado en el tratamiento de diferentes
variables de alcance mundial. El modelo de cuatro periferias permite encontrar
tendencias y rasgos particulares en diferentes áreas de la economía mundial.
Palabras clave:
Desarrollo económico; Industrialización; Globalización.
Abstract: In the last four decades there
have been changes in the peripheral world that included
the development of some regions of
Asia, the emergence of
China as a new territory of
accelerated development and
the advance of the European Periphery. Latin America, on the other hand,
did not show
development paths and, in several cases, a widening of the gaps with respect to the developed world is even
observed. The productive, technological
and geopolitical transformations
that have taken place on the international scene since the 1970s suggest the need to update the analytical framework proposed by Raúl Prebisch (1949). In this work, an alternative scheme is proposed
to analyze the world economy at the end of the 20th century and the beginning of the 21st century, defining the existence of four
peripheries. An empirical model based on the treatment
of different global
variables is proposed. The four peripheries model makes it
possible to find particular
trends and features in different areas of the world economy.
Keywords: Economic development; Industrialization; Globalization.
Recibido:
3 de marzo de 2023
Aprobado:
9 de septiembre de 2023
Introducción[2]
En uno de sus primeros estudios sobre América
Latina, Raúl Prebisch (1949) introdujo la noción de
un sistema económico mundial dividido entre un centro y una periferia. Dicho
enfoque definía al centro como un área integrada por países con mayores grados
de industrialización e integración productiva, capacidad para crear nuevos
productos y, por ende, con la posibilidad de apropiarse de los frutos del
progreso técnico. La periferia, por su parte, estaba conformada por países
subdesarrollados, especializados en la producción de materias primas, con
escasas o nulas capacidades para innovar en tecnologías y productos, lo cual
les impedía apropiarse de los beneficios del progreso técnico y,
consecuentemente, implicaba un relativo grado de subsunción respecto a los
países del centro. De manera complementaria, Furtado (1961) señalaba que el
subdesarrollo no era una etapa previa al desarrollo sino una forma específica
de conformación estructural de las prácticas productivas y la organización
social que cristalizaban esa condición periférica.
Si bien los
abordajes sobre la cuestión del desarrollo desigual en el ámbito internacional
han ido mutando y recibiendo diferentes cuestionamientos, ha persistido en el
tiempo el estudio de la condición periférica. En la terminología de los
organismos internacionales, ha predominado la subdivisión entre países según
sus niveles de ingresos, clasificándolos en países desarrollados y países en
desarrollo, la cual, más allá de algunas distorsiones puntuales, podrían
asimilarse a las categorías de Prebisch.[3]
Ahora bien,
a partir de la década de 1970 se produjeron importantes transformaciones en la
economía internacional, las cuales modificaron de manera sustancial el abordaje
de la desigualdad en el desarrollo mundial. En estas transformaciones podemos
encontrar hitos productivos, tecnológicos y geopolíticos. El fenómeno central
de esta etapa ha sido el proceso de transnacionalización de los procesos
productivos, caracterizado, desde el punto de vista tecnológico, por la
posibilidad de fragmentar y deslocalizar la organización de la producción a
escala mundial. Este proceso tuvo lugar en forma concomitante a dos hitos muy
relevantes desde el punto de visto geopolítico, primero con la mayor inserción
de China en la economía mundial y su acelerado crecimiento desde la década de
1980 y luego con la disolución del bloque soviético, a comienzos de la década
de 1990, terminando de conformar un mercado mundial verdaderamente unificado.
A partir de
estos procesos, se produjo un intenso traslado de la producción hacia países de
la periferia, pero este fenómeno estuvo lejos de ser unívoco y de tener efectos
homogéneos. Algunos territorios asiáticos experimentaron acelerados procesos de
industrialización y desarrollo económico, mientras que América Latina sufrió
transformaciones estructurales que, más allá de ciertas especificidades y
heterogeneidad, detuvieron su desarrollo, al tiempo que, en términos generales,
África subsahariana no experimentó transformaciones de mayor trascendencia,
permaneciendo en un prolongado letargo, más allá de coyunturas y casos
puntuales. Europa del este se benefició, en general, con la integración
europea.
El
segundo gran fenómeno que se dio en forma concomitante a este proceso de
transnacionalización de los procesos productivos fue la globalización
financiera. El auge de las finanzas globales y la creciente canalización y re-circulación de excedentes financieros desde el centro
hacia áreas de la periferia dio lugar en muchos a situaciones de sobreendeudamiento, especulación financiera y reducción de los espacios de
inversión productiva, fenómeno que se ha podido visualizar en muchos países de
América Latina.
Las
características señaladas y la heterogeneidad plantean la necesidad de repensar
el modelo de Prebisch en cuanto al abordaje de la
condición periférica. Si bien los aspectos nodales de dicha teoría conservan
vigencia, resulta necesario incorporar los cambios acontecidos en la economía
mundial durante las últimas cinco décadas para interpretar de manera más
precisa las características estructurales de la periferia y sus posibles
trayectorias a futuro. Se ha hecho evidente que
pensar la periferia como un todo puede conducir a serios errores
interpretativos, por cuanto se ha tendido a acentuar la heterogeneidad. En el
mundo periférico es hoy posible observar países que se encuentran transitando
un sendero de desarrollo y otros que, si bien muestran cierto estancamiento en
su dinámica de acumulación y avances en términos productivos y tecnológicos,
conservan niveles de ingresos no muy alejados de los países del centro, lo cual
los ubica en muchos casos dentro de las categorías de estudio de la denominada
“trampa de los países de ingresos medios”.[4] Este
cuadro de situación se completa, por un lado, con los países que pudieron salir
de la condición periférica y, por otro, con aquellos que continúan siendo
subdesarrollados y tuvieron muy pocos avances en términos de bienestar y
desarrollo productivo.
En este
artículo, proponemos un modelo empírico alternativo basado en una definición
de desarrollo económico y social, y en la elección de variables sintéticas que
reflejan las características del sendero de desarrollo. Este abordaje nos
permitirá subdividir en cuatro áreas a los países de la periferia. Como
veremos, el método elegido implica segmentar el análisis incluso dentro de cada
región, modificando los abordajes tradicionales basados en agrupamientos
regionales de índole “burocrático” antes que en las estructuras económicas y
sociales vigentes y la heterogeneidad existente dentro de las diferentes áreas
geográficas de la economía mundial.
El presente
artículo ha sido dividido en seis apartados. Tras esta introducción, la siguiente
sección analiza las características del proceso de transnacionalización
productiva y su impacto en la periferia, para luego proponer una definición de
desarrollo económico y social a partir de los cambios registrados, y las
opciones propias de los senderos de desarrollo. La tercera sección presenta el
esquema metodológico y los resultados obtenidos a partir del modelo de cuatro
periferias. Por su parte, la cuarta sección muestra las características centrales
observables en las cuatro periferias. Luego se analizan las tendencias a la
convergencia y divergencia entre países. Finalmente, se exponen las
conclusiones.
Transformaciones
mundiales a partir del proceso de transnacionalización productiva
El proceso de transnacionalización productiva
y su impacto en la periferia
El proceso de transnacionalización de los procesos
productivos es un elemento central de la segunda globalización y puede ser
analizado desde tres diferentes aristas: a) la
tecnológica, b) la organización de la producción, c) la geopolítica. Ha sido,
en primer término, el efecto de cambios tecnológicos que hicieron posible la
fragmentación territorial de la producción y, también, el resultado de la
consolidación de grandes corporaciones transnacionales de carácter global, que
son quienes materializan dicha segmentación bajo una coordinación global.
Estos
fenómenos pueden ser analizados desde diferentes marcos conceptuales que son,
en buena medida, complementarios. El primero de ellos es el de las cadenas
globales de valor.[5]
Este concepto hace referencia a la multiplicidad de actividades de producción
de bienes y servicios que se realizan para la fabricación de diferentes bienes
finales y la manera en que se despliegan en el ámbito internacional. El cambio
tecnológico ha sido la condición de viabilidad de dicho despliegue, facilitando
la fragmentación de la producción en diferentes países, buscando aprovechar
diferentes ventajas, tales como los costos de los insumos y la mano de obra, la
logística y proximidad entre mercados y otros factores. El despliegue internacional
incluye una multiplicidad de insumos, tecnologías, conocimientos y servicios,
incluyendo comercialización y postventa, entre otros y se refleja en un
comercio internacional de mayor volumen y con creciente peso de los insumos que
intervienen en este esquema de producción globalizada.
Hay
dos elementos que deben ser destacados dentro de esta tendencia a organizar la
producción en torno a estas cadenas globales de valor. El primero es que no se
basan en la organización de una multiplicidad de agentes económicos atomizados sino que, muy por el contrario, las cadenas
tienen corporaciones transnacionales líderes que “gobiernan” al interior de
las mismas. Estamos hablando de un mundo con mercados crecientemente oligopolizados, donde existe la competencia, pero bajo
este tipo de esquemas de funcionamiento. El segundo es que la expansión
internacional de las cadenas implica estrategias de offshoring o relocalización y outsourcing,
es decir, procesos de externalización de determinados procesos productivos, de
modo de eficientizar el funcionamiento de la cadena de manera global.
Este
abordaje se complementa con cambios propios de la economía industrial y sus
características organizacionales en la industria manufacturera sobre fines del
siglo XX y comienzos del siglo XXI (UNIDO, 2013). Previo a los procesos de
transnacionalización productiva, las estrategias de industrialización
adoptaban formas más simples y evidentes. Desde el enfoque de Hirschman (1958), las discusiones se centraban en las
relaciones intersectoriales, eslabonamientos y la complementariedad productiva
para pensar estrategias destinadas a favorecer el desarrollo manufacturero. Las
ideas de polos de desarrollo, industrias de tracción (o industrias con efecto “industrializante”) son algunas de las que tuvieron su auge
entre las décadas de 1950 y 1970. La instalación de plantas manufactureras con
sus entramados de proveedores eran un camino claro hacia la industrialización y
allí se concentraba el valor agregado y las redes innovativas. Este sendero es
menos evidente en la era de las cadenas globales de valor, donde la mera
instalación de plantas industriales puede no generar estos efectos,
observándose sucesivos ejemplos de maquilas y meros ensambladores que no logran
internalizar procesos de aprendizaje e innovaciones.
El ejemplo
del ensamblador que aprende a unir partes y piezas que no produce, y en ese
proceso comienza a introducir tecnologías y piezas de elaboración propia o de
su propia cadena, señalado por Amsden (2007) como
modelo de desarrollo manufacturero asiático en las décadas de 1960 y 1970,
tendrá como contracara la maquila mexicana. De allí que resulte legítimo
preguntarse, tal como lo hace Kenney (2013), ¿dónde
está el valor en las cadenas de valor? Las respuestas son mucho más ambiguas
que en el pasado y ello puede hacer que difieran las estrategias empresariales.
En ocasiones, las corporaciones innovadoras prefieren tercerizar la manufactura
de sus productos, conservando sus funciones de I+D, diseño y comercialización.
El ejemplo de Apple es probablemente el más citado.[6] Pero
en otras situaciones, las corporaciones prefieren no externalizar las
funciones manufactureras porque interpretan que ese proceso generará nuevos
aprendizajes.
Denominamos
estos cambios con los conceptos de “nueva geografía industrial” y “nueva
geometría industrial” (Kulfas, 2017). Las
consecuencias más importantes de estos cambios es que importa menos “qué” se
produce y pasa a ser más relevante el “cómo”. Para los países en desarrollo
ello tiene consecuencias muy importantes, por cuanto ya no se trata de tener
estrategias de “industrialización” en el sentido conocido en las fases de
industrialización sustitutiva o industrialización dirigida por el Estado (Bértola y Ocampo, 2013), sino que deberán hacerse esfuerzos
para procurar que sus manufacturas integren innovación y aprendizaje, y antes
que sustituir importaciones, como se
planteara en diferentes momentos históricos, deberán concentrarse en sustituir ensambladores por redes
productivas y tecnológicas. Desde el punto de vista de las políticas públicas,
las tradicionales políticas industriales dan paso a entramados más complejos y abarcativos de políticas productivas y de innovación en
ciencia y tecnología.
Definimos
como nueva geometría industrial a ese complejo proceso de decisiones que define
la descomposición de la producción y sus diferentes alternativas. Este set de
decisiones alternativas tiene consecuencias directas sobre el territorio. De
allí se derivan las prácticas de subcontratación en terceros países, la
conformación de áreas y territorios industriales y de servicios que procuran
generar economías de escala y ámbitos más propicios para la innovación. De este
modo, definimos como nueva geografía industrial al proceso de decisiones de
localización inherentes a este proceso de fragmentación productiva. Ambos
aspectos se vinculan cuando Zysman y Breznit (2013) observan que el foco analítico debe ser
crecientemente direccionado sobre las fases de producción antes que sobre ramas
de la producción.
La nueva
geometría industrial presenta tres implicancias. La primera es que cada pro¬ducción elemental (un componente, un subsistema, módulo
o servicio) puede súbitamente convertirse en un producto, un nodo de
competencia con posibles nuevos competidores en el comercio internacional. Para
algunas empresas, regiones y países esto puede significar prin¬cipalmente
la pérdida de ventajas comparativas o la disminución de precios; para otros
representa oportunidades para entrar en nuevos negocios o reformular viejas
ofertas.
En
segundo lugar, no solo la localización del empleo, sino la ubicación central de
la innovación está en juego. El viejo argumento del presidente de General
Motors de que aquello que era bueno para su empresa lo era también para EE.UU., ya no resulta evidente, como sí podía serlo en la
década de 1950. Para competir, las localizaciones y las empresas deben
desarrollar tanto competencias y activos que les permitan retener las
actividades de alto valor agregado y buenos empleos.
Estos
procesos tienen lugar en un escenario al que se agregan la tendencia a la robotización
y la automatización, que dan lugar a la reciente definición de un proceso de
“industrialización 4.0”, un proceso de transformaciones en la producción
fabril y en tecnologías de uso doméstico vinculada a la denominada “internet de
las cosas”, la difusión de sistemas “cyberfísicos” y
la “fábrica 4.0” (Ford, 2016). El punto central es la posibilidad de recurrir a
redes virtuales que tienen la posibilidad de ejercer un control sobre los
objetos físicos, a los cuales se suman nuevos sistemas de gestión virtual que
mejoran la trazabilidad, las herramientas de big data, simulación y optimización del uso de la energía y las
materias primas.
Este
breve recorrido desde las primeras segmentaciones productivas de la década de
1970, la revolución informática, el auge de las telecomunicaciones, las TICs, la nueva geometría y geografía industrial y la
industria 4.0 dan cuenta de un proceso evolutivo que adquirió gran velocidad.
El estudio de la desigualdad en el desarrollo económico mundial adquiere nuevas
dimensiones. Los indicadores más evidentes para estudiar los procesos de
desarrollo han ido mutando, pero ello no significa la convergencia de los
países más pobres hacia los más ricos, como pronosticarían los enfoques
ortodoxos. Tampoco la pérdida de sentido de las categorías de Prebisch, aunque sí la necesidad de repensarlas y aggionarlas a las
características de esta nueva geometría industrial y su impacto en la nueva
geografía industrial.
Los senderos de desarrollo
La trayectoria de largo plazo de los diferentes
países muestra una evolución diferente a la prevista en los tradicionales
enfoques sobre convergencia. Antes bien, los países desarrollados, aquellos
que bajo el enfoque de Prebisch clasificaríamos en el
“centro”, acentuaron su participación en el PBI mundial, mientras que la
“periferia”, mostró una evolución más lenta. Pocos años después de la primera
revolución industrial, el PBI por habitante del centro duplicaba al de la
periferia. A comienzos del siglo XX el PBI per cápita del centro cuadruplicaba
a la periferia y al finalizar la Segunda Guerra Mundial lo quintuplicaba. A
partir de ese momento se produjeron dos nuevos procesos de ensanchamiento de
la brecha que la llevaron hasta 6 veces –a comienzos de la década de 1970– y 7
veces –en la década de 1990– (Gráfico 1). A partir de entonces la brecha
comenzó a reducirse de manera sustancial, fenómeno que muchos autores
atribuyeron al inicio de un proceso de convergencia (Piketty,
2014; Milanovic, 2015). Pero lejos de observarse un
fenómeno extendido, las tendencias a la reducción de la brecha aparecen
vinculados a territorios específicos: tanto América Latina como África y
algunas regiones de Asia no han logrado reducir sus brechas en este período
(Gráfico 2).
Ahora bien,
a esta altura cabe formular algunas preguntas centrales para pensar los procesos
de desarrollo y subdesarrollo. ¿Es posible hablar de la existencia de senderos
de desarrollo? ¿Son procesos unívocos? ¿Qué tanto inciden los procesos
mundiales liderados por los países desarrollados y qué capacidad de incidencia
tienen las políticas nacionales?
Definimos
sendero de desarrollo al proceso sistemático y consistente de reducción de las
brechas de ingreso entre un país de ingresos medios o bajos y los países más
avanzados, sustentado en la acumulación de capacidades de producción e
innovación.
La
principal distinción entre un país desarrollado de aquel que no lo es, no está
en su nivel de ingresos. De hecho, ha sido y continúa siendo posible encontrar
países subdesarrollados o periféricos que poseen altos niveles de ingresos en
el escenario mundial: Argentina y Uruguay a finales del siglo XIX, y Qatar y
Emiratos Árabes Unidos a comienzos del siglo XXI son ejemplos de esta
situación. La diferencia fundamental radica en la capacidad para articular un
sistema productivo con capacidad para crear e innovar. Este fenómeno estuvo
históricamente asociado a la industrialización, dada la relevancia de las
diferentes revoluciones industriales, pero también se ha observado la conformación de estos tipos de sistemas
productivos en algunos casos particulares fuertemente asociados a recursos
naturales, fundamentalmente en los países nórdicos, Australia, Canadá y Nueva
Zelanda. Aun así, como ha mostrado Schteingart (2014)
entre otros, no se trata de economías que generen ingresos a partir de la renta
de los recursos naturales sino de entramados productivos con altos componentes
de innovación. Asimismo, es posible comprobar empíricamente que en los países
donde se producen simultáneamente estos fenómenos, mejoran las condiciones de
vida, mensurables en los indicadores de salud, educación y baja o nula pobreza
(aunque no existe la misma uniformidad a la hora de hablar de la distribución
del ingreso).
El
desarrollo económico es un proceso vinculado al tipo de inserción de una economía
nacional en las pautas de la sociedad industrial. Es el tránsito de una
sociedad que produce bienes intensivos en recursos naturales a otra que
incorpora intensivamente el conocimiento humano en la producción (Amsden, 2001), una economía que desincorpora rentas
ricardianas y las reemplaza o transforma en rentas schumpeterianas
o, en términos de CEPAL (2014), logra internalizar la eficiencia schumpeteriana.
Gráfico 1: PBI por habitante promedio de los países
del “centro” y la “periferia” y brecha entre el producto por habitante del
“centro” y la “periferia”, 1820-2010, (en dólares GK)
Nota: En
eje izquierdo dólares GK; en eje derecho cociente PBI centro/PBI periferia. Se
incluye dentro del Centro a 30 países de Europa Occidental, a los denominados Western Offshoots
(Australia, Canadá, Nueva Zelanda y EE.UU.), a Japón
e Israel. La periferia comprende al resto de los países.
Fuente:
Elaboración propia en base a datos Maddison Project Database, versión 2020, https://www.rug.nl
/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2020
Los datos
muestran que son muy pocos los países que han logrado insertarse en un sendero
de desarrollo, menos aún los casos de aquellos que lo hicieron partiendo de una
situación de pobreza y bajos ingresos. Algunos estudios buscan identificar al
conjunto rezagado, pero en ascenso, dentro de la economía mundial: los futuros
países desarrollados de la economía mundial. Amsden
(2001) identifica a un conjunto de países de rápido crecimiento, desde una
condición de atraso y evidentes brechas con los países más avanzados, pero que
parece destinada a ocupar un papel protagónico en la economía mundial que
viene. Ese conjunto particular, al que Amsden define
como “the rest”
está integrado por China, India, Indonesia, Corea del Sur, Malasia y Tailandia
en Asia; Argentina, Brasil, Chile y México en América Latina; y Turquía en
Medio Oriente (Amsden, 2001).[7]
Gráfico 2: Producto por habitante de América
Latina-8, África Subsahariana y el este de Asia como proporción del producto
por habitante del “Centro”, 1950-2016 (en porcentaje)
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Maddison
Project Database, versión 2018, https://www.rug.nl/
ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018
Entre los
casos que muestran un acelerado dinamismo y pudieron salir de la condición
periférica podemos encontrar, estilizadamente, dos
grandes situaciones: los procesos de integración económica europea, donde se
observa a muchos países rezagados de Europa reducir las brechas y acumular
capacidades productivas y tecnológicas. Son fundamentalmente los casos de
España, Grecia, Portugal e Italia, entre otros. El segundo caso es la industrialización
acelerada, fenómeno que quedó acotado exclusivamente a países del este asiático,
en particular a Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur. Brasil y México
(y, en menor medida, Argentina) parecían inmersos en un sendero similar entre
las décadas de 1940 y 1980 pero la crisis de la deuda, algunas limitaciones del
proceso de industrialización y, fundamentalmente, el viraje en las políticas
públicas, determinaron el fin de dicho proceso. Singh (1995) llegó incluso a
señalar que Brasil estuvo muy cerca del milagro económico y que su potencial
era superior al observado en algunos casos de éxito en el este asiático. El sobre endeudamiento externo que hiciera eclosión en la
década de 1980 resultó ser el factor que frenó el acelerado proceso de
industrialización de las tres décadas precedentes.
Más aún, Amsden (2004) señaló que mientras en América Latina se
abandonaban las políticas de industrialización promovidas por Prebisch, en los países del este asiático habían persistido
en dicho camino, obteniendo muy buenos resultados, de allí que la autora titule
su artículo “Prebisch renace en Asia” y lo publique
nada menos que en la Revista de la CEPAL.
Retomando
el planteo inicial, los datos confirman que las últimas décadas del siglo XX
son un período de traslado de unidades manufactureras desde el centro hacia la
periferia. Pero el Cuadro 1 confirma que lejos de tratarse de un proceso
uniforme, la mayor parte de este proceso se destinó a China y al este de Asia,
mientras que América Latina perdió participación.
Cuadro 1: Distribución de la producción industrial
mundial entre el “centro” y la “periferia”, 1980-2010 (en porcentaje)
|
1980 |
1990 |
2000 |
2010 |
2015 |
Centro |
85,8% |
79,3% |
76,1% |
64,4% |
49,2% |
Periferia |
14,2% |
20,7% |
23,9% |
35,6% |
50,8% |
América Latina |
6,7% |
6,1% |
5,9% |
5,7% |
5,7% |
Este
asiático (sin China) |
3,5% |
5,1% |
6,2% |
8,3% |
11,5% |
China |
1,4% |
2,7% |
6,7% |
15,4% |
25,9% |
Otros |
2,6% |
6,8% |
5,1% |
6,2% |
7,7% |
Total mundial |
100,0% |
100,0% |
100,0% |
100,0% |
100,0% |
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Banco
Mundial, World Development Indicators, https://www.bancomundial.org/es/home y
ONUDI, stat.unido.org.
Reconfiguración de la condición periférica: un
modelo de cuatro periferias
Un abordaje metodológico para repensar la condición
periférica
La complejidad de la condición
periférica es abordada con un modelo empírico que se propone encontrar
patrones en común dentro de sus diferentes áreas, de modo de salir de la
dicotomía clásica de Prebisch y hallar un marco que
tenga mayor poder explicativo. Como mencionáramos en la introducción, los
cambios en el escenario internacional impuestos por la transnacionalización
productiva y la globalización financiera no fueron neutrales para la periferia.
Algunos países se beneficiaron con las disputas geopolíticas de la guerra fría,
otros fueron exitosos en sus estrategias de industrialización, otros
atravesaron procesos de “desarrollo por invitación”[8]
mientras que algunos quedaron atrapados en la trampa de los países de ingresos
medios y muchos otros no pudieron moverse de la situación de subdesarrollo y
bajos niveles de bienestar. A los fines de poder caracterizar con mayor
precisión esta heterogeneidad se propone un modelo empírico que nos permitirá
estructurar el análisis precedente. Para ello, se retoma la definición
señalada en el apartado anterior para interpretar los senderos de desarrollo.
El punto de partida es el nivel del PBI por habitante y su
evolución en el largo plazo en base a los datos de Maddison
Project, para el período 1950-2015.
Como fuera
señalado, el crecimiento acelerado y un alto nivel de ingreso por habitante no
son condiciones suficientes para confirmar el tránsito hacia el desarrollo.
Para completar el análisis y compatibilizarlo con la definición de sendero de
desarrollo, se agregan dos variables al modelo empírico: la evolución de las
condiciones sociales, para lo cual se utiliza el Índice de Desarrollo Humano
(IDH), elaborado por Naciones Unidas, y un índice de capacidades tecnológicas y
productivas. En períodos previos a la transnacionalización productiva, los
estudios ponían el foco en la evolución de la producción o valor agregado en
algunas ramas industriales de alta tecnología, tales como maquinaria y equipos,
electrónica y equipo de transporte. En la actualidad, utilizar esos indicadores
puede conducir a errores, fundamentalmente por los procesos de maquila, además
de las dificultades para generar estadísticas comparables para dichas
variables. Ante esta dificultad y carencia, se ha recurrido al indicador
elaborado por Schteingart (2014), donde define
capacidades tecnológicas a partir del promedio entre el gasto en investigación
y desarrollo como proporción del PBI y la cantidad de patentes por habitante
en la Oficina de Patentes de Estados Unidos, Índice de Schteingart
(IS), elaborando una base de datos consistente para 162 países.
Cuadro 2: Resultados previstos de la taxonomía
utilizada
Fuente: Elaboración
propia.
A partir de
estas variables se elaboró un índice combinado que permite comparar el
dinamismo de largo plazo (tasa de crecimiento) con la mejora en condiciones
sociales y la generación de capacidades tecnológicas. El resultado (Cuadro 2)
es un modelo que permite desagregar la periferia en cuatro grandes áreas donde
conviven: i) una periferia de alto dinamismo que posee las mayores
posibilidades de integrarse al conjunto de países desarrollados, ii) una segunda periferia, de ingresos relativamente altos
pero bajo dinamismo y una creación entre media y baja de nuevas capacidades
tecnológicas, iii) una tercera periferia, donde
coexisten países pobres que están creciendo aceleradamente con otros países
que se han “caído” desde la segunda periferia y, finalmente, iv) una periferia pobre, de bajo dinamismo y especializada
en recursos naturales, más parecida a la periferia clásica de Prebisch.
Resultados
obtenidos
Los resultados permiten encontrar, por un lado,
casos de países que salieron de la periferia, encontrándose dos áreas
territoriales definidas: aquellos que lo hicieron a partir de la integración
europea y los beneficiados por procesos de crecimiento acelerado en el este de
Asia. Por otro lado, encontramos cada vez más difícil hablar de la periferia
como un todo indiferenciado y desligado de las mutaciones en el centro. Si
bien puede ser también cuestionable que esa idea de homogeneidad en la
periferia presente en Prebisch, lo cierto es que cada
vez se observan mayores transformaciones dentro de esta última.
Sostenemos
que un país que está creciendo de manera acelerada, por un período prolongado
de tiempo, acumulando capacidades tecnológicas y mejorando su nivel de bienestar,
está inserto en un sendero de desarrollo. Clasificamos a estos países dentro de
la primera periferia. Más aún, en los casos de Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong
y Singapur, ya es posible afirmar que dichos países han abandonado la condición
periférica, en particular en el caso de Corea del Sur, un país de mayor
relevancia que Hong Kong y Singapur (dos ciudades estado) y Taiwán (en rigor
una provincia china que hasta el día de hoy disputa su autonomía con dicho
país), al igual que los países europeos que se han ido integrando la Unión
Europea, España, Portugal, Grecia y República Checa, como un esquema de “desarrollo
por invitación”. Estos países muestran indicadores en línea con los del centro.
Hablemos
ahora de los casos híbridos. El primero que sobresale es el de países con un
nivel de ingreso por habitante mediano o alto, con un nivel de capacidades
tecnológicas intermedio, lejano a los países desarrollados, pero con algún
nivel de relevancia y un nivel de bienestar intermedio (nuevamente lejano a los
países desarrollados, pero también a los más pobres del planeta). Son países
que muestran un dinamismo relativamente bajo en el largo plazo, es decir que
pueden estar creciendo, pero no a un ritmo que permita avizorar una reducción
de las brechas con los países desarrollados (excluimos de esta última
afirmación a los países petroleros de ingresos altos). En esta definición
entran tanto los países petroleros de ingresos altos como los países de América
Latina de ingresos medios (Argentina, Brasil, Uruguay, México, Chile y Costa
Rica). Estos países conforman la segunda periferia.
Nos quedan
dos grandes espacios por delimitar, en ambos casos integrados por países
pobres o de ingresos medio-bajos. El primero de ellos, tercera periferia, tiene
países que están creciendo aceleradamente, pero desde un nivel de ingreso por
habitante muy bajo, por lo cual continúan siendo pobres, o bien países que se
han caído desde la segunda periferia, tales como Libia o Venezuela (petroleros
no ricos). En este conjunto de países destacan Vietnam y Camboya. Finalmente,
la mayoría de los países del mundo integra la cuarta periferia, donde es
posible hallar países pobres, de bajo dinamismo, escasas capacidades tecnológicas
y los peores índices de bienestar.
Cuadro 3. Las cuatro periferias
Nota: En rojo países de la periferia clásica
(elevada proporción de productos primarios en la canasta exportadora); en
negro países de la periferia diversificada (mayor diversificación de la canasta
exportadora).
Fuente: Elaboración propia
en base a taxonomía utilizada en Cuadro 2.
Los rasgos estructurales de las cuatro periferias
El Cuadro 3 sintetiza los resultados del ejercicio
realizado. De los 163 países del mundo que fueron analizados, 35 pertenecen al
centro y 128 a la periferia. Dentro del centro, 14 pertenecían a la periferia
a mediados del siglo XX (10 de Europa y 4 de Asia). Entre los países europeos,
destacan tanto aquellos que se fueron incorporando a la periferia desde “occidente”
(España, Portugal, Grecia, Malta, Chipre) como desde el ex bloque socialista
(República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania y Estonia). En ambos casos,
el denominador común es la conformación de un área económica que finalizaría
con la creación de la Unión Europea y su paulatina ampliación.
De los 128
países de la periferia, 5 integran la primera periferia, es decir aquella que
presentan las mayores posibilidades de integrarse al centro, donde destaca
China. Otros 28 países componen la segunda periferia, 39 la tercera y 56 la
cuarta periferia. Esto significa que 1 de cada 3 países del mundo sigue
formando parte de esa periferia pobre, atrasada y sin atisbos de dinamismo
sostenido. Si lo vemos en términos de la población, el análisis toma un tinte
algo más desigual: sólo el 14,6% de la población mundial vive en países del
centro. Pero hay elementos que marcan un quiebre con el pasado, y está
fuertemente relacionado con el dinamismo asiático, donde vive una proporción
muy amplia de la población mundial: el 20% de la población reside en países de
la primera periferia. En el otro extremo, el 20,5% de la población mundial vive
en países de la cuarta periferia.
La
trayectoria que experimenta la economía china genera motivos para pensar en un
tránsito de dicho país hacia el centro. Hoy el ingreso promedio de un ciudadano
chino continúa ubicándose en un nivel medio, por debajo de algunos países de
la periferia europea o latinoamericana. Pero cuando se analiza la evolución que
tuvo en las últimas dos décadas y los avances productivos y tecnológicos de
dicho país, existen motivos fundados para estimar que China continuará en esta
carrera ascendente y probablemente sea un país de ingresos medio–altos en el
año 2025 y de ingresos altos entre 2030 y 2040. El impacto favorable en
términos de desarrollo humano probablemente ubique a China como un país central
entre 2040 y 2050.
Si este
fenómeno tuviera lugar, podría concluirse que por primera vez en la historia
cerca de un tercio de la población mundial viviría en países desarrollados.
Pero aquí entran a jugar tendencias contrapuestas y vale la pena remitirse al
“elefante de Branko” (Milanovic,
2015): semejante desarrollo de la economía china difícilmente tenga lugar sin
un consiguiente estancamiento o incluso una reducción de los ingresos de los
sectores medios de los países desarrollados.[9] Este
fenómeno es evitable, aunque difícilmente con políticas vigentes de redistribución
regresiva donde los sectores más ricos se benefician con reducciones en sus
tasas impositivas y con la elusión a través de paraísos fiscales. Asimismo, la
exacerbación de la denominada “guerra comercial” puede ser, antes bien, leída
en clave de esa disputa: EE.UU. ha utilizado
herramientas para intentar frenar el crecimiento chino.
Este
fenómeno se expresa en la evolución de los niveles de pobreza. El rápido crecimiento
de China y otros países de Asia explica la mayor parte de la reducción de la
pobreza que se produjo a nivel mundial en las últimas tres décadas, no toda,
también en América Latina y África hubo caídas en la pobreza, pero el cambio en
el este asiático fue drástico. En la actualidad los países del centro
prácticamente no tienen población bajo línea de pobreza (solo el 0,9% de la
población del centro, medida con la línea de pobreza más exigente, y el 2,2% si
nos referimos a la ex periferia con esa misma línea de pobreza), mientras que
los países de la primera y segunda periferia tienen niveles similares de
pobreza: en torno al 15-16% de la población considerando la línea de pobreza
más exigente (US$ 5,50 por día en PPP) y alrededor del 2% considerando una
línea de indigencia de US$ 1,90 por día en PPP. Los niveles de pobreza son
considerables en la tercera periferia y dramáticos en la cuarta, donde una de
cada tres personas es indigente y casi 8 de cada 10 son pobres (Cuadro 4).
Las tasas de
crecimiento de largo plazo han sido más elevadas en el centro que en la
segunda, tercera y cuarta periferia, al tiempo que los países de la ex
periferia y la primera periferia han venido creciendo a un ritmo mayor que el
centro, reduciendo por ende las brechas. La cuarta periferia destaca por su
virtual ausencia de dinamismo de largo plazo.
Desde el
punto de vista de la estructura productiva y las dotaciones de recursos, se
observa una fuerte correlación entre producción industrial y nivel de ingreso
de los países. Si bien la industrialización continúa siendo un fenómeno de los
países centrales, los datos corroboran la tendencia ya descripta de traslado
hacia la periferia, pero, nuevamente, no a toda. En efecto, los países del
centro explican casi el 47% de la producción industrial mundial, cuando a
comienzos del siglo XX prácticamente el 90% de dicha producción estaba en el
centro (Kulfas, 2017), los países de la ex periferia
concentran el 6% y la primera periferia ya está produciendo el 26% de las
manufacturas del mundo. La producción industrial sigue siendo un fenómeno de
pocos países y antes que hablar de traslado de industria desde el centro a la
periferia corresponde hablar de traslado hacia la ex periferia y hacia la
primera periferia (particularmente hacia China). Y cabe enfatizar que no se
trata de un mero traslado donde países centrales discontinúan líneas de
producción para comenzar a fabricar en China, sino también el desarrollo
generado en dicho país a partir de sus propias capacidades.
Cuadro 4. Características estructurales de las
cuatro periferias
Valores |
Centro |
Ex periferia |
1ra. Periferia |
2da. Periferia |
3ra. Periferia |
4ta. Periferia |
Mundo |
Cantidad de países analizados |
21 |
14 |
5 |
28 |
39 |
56 |
163 |
Participación
en el total |
12,9% |
8,6% |
3,1% |
17,2% |
23,9% |
34,4% |
100,0% |
PBI por habitante año 2015 (dólares
constantes de 2011) |
45.617 |
33.132 |
20.766 |
27.025 |
10.059 |
3.269 |
17.532 |
Tasa de crecimiento de largo plazo
(1950-2015) |
2,8% |
3,5% |
3,2% |
2,3% |
2,5% |
0,9% |
2,1% |
Índice de Desarrollo Humano Neto, año 2015* |
0,909 |
0,878 |
0,809 |
0,781 |
0,701 |
0,530 |
0,701 |
Índice de Capacidades Tecnológicas de Schteingart |
0,743 |
0,459 |
0,304 |
0,168 |
0,076 |
0,044 |
0,207 |
Población año 2015 (miles) |
873.669 |
178.746 |
1.447.403 |
951.139 |
2.268.353 |
1.472.908 |
7.192.218 |
Participación
en el total |
12,1% |
2,5% |
20,1% |
13,2% |
31,5% |
20,5% |
100,0% |
Producto industrial (millones de dólares
constantes 2010) |
5.730.960 |
741.069 |
3.220.646 |
1.411.733 |
948.420 |
190.983 |
12.243.810 |
Participación en el total |
46,8% |
6,1% |
26,3% |
11,5% |
7,7% |
1,6% |
100,0% |
Producto industrial por habitante año 2015
(dólares constantes 2010) |
6.560 |
4.146 |
2.225 |
1.484 |
418 |
130 |
1.702 |
Stock de recursos naturales año 2014
(dólares constantes 2014) |
17.987.166 |
1.048.363 |
22.001.344 |
36.942.059 |
19.055.589 |
10.013.617 |
107.048.139 |
Participación
en el total |
16,8% |
1,0% |
20,6% |
34,5% |
17,8% |
9,4% |
100,0% |
Exportaciones de alta tecnología, año 2015
(millones de dólares corrientes) |
904.689 |
307.802 |
633.053 |
117.906 |
87.649 |
1.835 |
2.052.935 |
Participación
en el total |
44,1% |
15,0% |
30,8% |
5,7% |
4,3% |
0,1% |
100,0% |
Salario medio mensual después de impuestos
(dólares corrientes, año 2018) |
2.675 |
1.392 |
844 |
897 |
475 |
371 |
949 |
Esperanza de vida al nacer, año 2015
(cantidad de años) |
84 |
83 |
79 |
77 |
74 |
66 |
74 |
Porcentaje de población bajo línea de
pobreza de US$ 5,50 PPP por día, año 2015 (en %) |
0,9 |
2,2 |
15,1 |
16,1 |
45,1 |
77,7 |
42,0 |
Porcentaje de población bajo línea de
pobreza de US$ 3,20 PPP por día, año 2015 (en %) |
0,4 |
0,9 |
5,8 |
6,3 |
22,3 |
56,9 |
27,4 |
Porcentaje de población bajo línea de
pobreza de US$ 1,90 PPP por día, año 2015 (en %) |
0,3 |
0,5 |
1,9 |
2,5 |
8,8 |
33,5 |
15,0 |
* Se trata
del IDH elaborado por Naciones Unidas, pero excluyendo del cálculo al PBI por
habitante. Es el índice que incluye solo las variables sociales: esperanza de
vida al nacer, niveles de escolarización y años de escolarización.
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Banco Mundial, World Development, y Data Bank Wealth Accounts;
Naciones Unidas, Human Development Index; Schteingart (2014); y Numbeo.com, Cost of Living.
La
presencia de manufacturas es casi inexistente en la cuarta periferia y
relevante en la tercera. La segunda periferia explica una proporción minoritaria:
11,5%. Pero cuando desagregamos lo que ocurre con las exportaciones de
manufacturas de alta tecnología, vemos que allí el centro tiene una
participación similar a la que observábamos para el caso de la producción
industrial total, mientras que en los países de la segunda periferia equivale a
la mitad. Esto significa que la producción industrial de la segunda periferia
muestra menor dinamismo en términos de competitividad internacional en las
ramas tecnológicamente más avanzadas. En sentido inverso, tanto en los países
de la ex periferia como de la primera periferia, la participación en las
exportaciones industriales de alta tecnología es más alta que en la producción
industrial total. Asimismo, la segunda periferia es la principal reserva de
recursos naturales del planeta, concentrando casi el 35% del total, lo cual se
explica en gran medida por Rusia, Brasil y los países de Medio Oriente. Allí
operan las principales restricciones y obstáculos al desarrollo que se
analizan cuando se habla de enfermedad holandesa o maldición de los recursos
naturales.
Las brechas
salariales son notables: en promedio, un ciudadano activo del centro percibe
casi el doble que el de la ex periferia, quien gana un 65% más que uno de la
primera periferia.[10]:
en promedio, un ciudadano activo del centro percibe casi el doble que el de la
ex periferia, quien gana un 65% más que uno de la primera periferia. Los
salarios en la segunda periferia son todavía más altos que en la primera,
aunque dicha brecha tiende a reducirse. A su vez, los ciudadanos activos de la
tercera y cuarta periferia obtienen la mitad del salario de la primera y
segunda periferia. Observamos un fenómeno de casi duplicación absoluta en los
movimientos entre estos territorios, el cual explica no solo los anhelos
migratorios desde México a EE.UU. y desde África a
Europa, sino también desde Paraguay y Bolivia hacia Argentina.
Las cuatro
periferias en perspectiva: ¿hacia un mundo menos desigual?
El Gráfico 3 permite diferenciar tres tipos de
brechas. La primera está construida en base a definiciones estáticas del centro
y la periferia. Allí “el centro” y “la periferia” están compuestos por los
países que hoy consideramos dentro de esas categorías. La brecha 2 excluye del
centro a los países que formaban parte de la periferia en 1950. Finalmente, la
brecha 3 excluye a China del análisis, procurando observar el impacto que tiene
en la evolución reciente.[11]
El primer
dato que surge es que las diferencias entre las brechas 1 y 2 tienen baja
significatividad. Es posible encontrar algunos momentos en que se ensancha,
pero no explican diferencias relevantes. La tendencia y el nivel son
similares: a comienzos del siglo XX los países del centro tenían un ingreso por
habitante 4,5 veces más alto que los de la periferia. Esa brecha creció
sostenidamente hasta fines de la década de 1970, donde alcanzó un récord de 9
veces, para luego moverse con una tendencia oscilante, finalizando el siglo XX
con una brecha de 8. Finalmente, los primeros años del siglo XXI muestran una
tendencia descendente en esa brecha, la cual se ubicó en 4,6 en años
recientes, es decir, el mismo nivel de principios del siglo XX.
Nótese, en
primer término, que el siglo XX tuvo ciclos donde la tendencia principal fue el
ensanchamiento de las brechas, mientras que el siglo XXI mostró una clara
caída, pero un estancamiento en años recientes. Este es el primer elemento por
considerar que lleva a algunos economistas, de diferentes enfoques
conceptuales, a postular un proceso de convergencia (Barro y Sala-i-Martin,
1995; Piketty, 2014).
En segundo
lugar, la evolución de la brecha 3 muestra algunas diferencias relevantes, pero
solo en términos de nivel y no de tendencia. Esto significa que China tiene un
peso muy relevante en la economía mundial, aspecto que no nos debería llamar la
atención, pero ello no modifica las tendencias globales. Al excluir a China del
análisis, lo que nos encontramos son brechas menores hasta mediados del siglo
XX, básicamente porque en ese período China atravesó por sus peores períodos de
pobreza. Durante el siglo XXI, las brechas tienden a converger, tanto en nivel
como en tendencia. Aun excluyendo a China, la tendencia a la divergencia es
intensa y evidente durante el siglo XX, y la reducción de las brechas son también
notorias en el siglo XXI.
Gráfico 3: Brechas entre el PBI per cápita del
centro y los países de la periferia según definiciones alternativas
Nota: En
eje izquierdo PBI per cápita del centro/ PBI per cápita de la periferia. La
brecha 1 considera a todos los países que actualmente pertenecen al centro,
incluyendo a aquellos que en 1950 pertenecían a la periferia. La brecha 2
incluye dentro de la periferia a los países que hoy pertenecen al centro, pero
en 1950 pertenecían a la periferia. La brecha 3 es igual a la brecha 1 pero
excluye a China de la periferia.
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Maddison
Project Database, versión 2018, https://www.rug.nl/
ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018
El siglo XXI
sería entonces un período que despierta optimismo. ¿Hay realmente motivos para
justificar ese optimismo? El primer aspecto que se desprende del Gráfico 3 es
que esta fase de acelerada reducción de brechas parece haber llegado
recientemente a una meseta. En efecto, desde 2012, las 3 brechas muestran una
tendencia al estancamiento. La brecha 2 es la que parecería continuar en una
tendencia descendente, aunque a un ritmo mucho más lento. La brecha 1 muestra
cierto amesetamiento mientras que la brecha 3 incluso
muestra signos de reversión: si excluimos a China del análisis, el centro
vuelve a crecer más rápido que la periferia.
El análisis
se enriquece desagregando la evolución de las brechas de acuerdo con nuestro
modelo de 4 periferias (Gráfico 4). La primera periferia muestra una tendencia
a la convergencia, la cual se inicia en la década de 1980 y no presenta
interrupciones. En 1960, el PBI por habitante del centro era 12 veces más alto
que el de la primera periferia (recordemos que en el análisis agregado que
hiciéramos precedentemente, la brecha más alta entre centro y periferia había
sido de 9,4 veces). En 1980, dicha brecha llegaba nada menos que a 13 veces, en
el año 2000 se había reducido a 7,6 veces y en 2010 a 4. Esta brecha continuó
descendiendo incluso después de 2012, año en que identificamos cierto amesetamiento en la reducción de las brechas. En 2013 fue
de 3,6 y en 2016, último año de esta serie, de 3,4. Se observa que ha
disminuido el ritmo de reducción de esta brecha, pero, aun así, la tendencia
muestra una marcha firme a la convergencia.
La
situación es diferente cuando nos referimos a la segunda periferia. A comienzos
del siglo XX, el centro tenía un PBI por habitante 3 veces superior a la
segunda periferia. La Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la
posguerra mostraron un ensanchamiento de las brechas, con un máximo de 5,9 en
1960. A partir de entonces, la tendencia fue a la reducción de la brecha,
aunque a un ritmo muy leve.[12]
En los primeros años del siglo XXI se observa una tendencia a la reducción de
las brechas, aunque a un ritmo ostensiblemente menor que en el resto de la
periferia. En el año 2012, el centro tenía un PBI por habitante sólo 2,2 veces
más alto que la segunda periferia, pero a partir de entonces la tendencia se
revirtió, observándose un crecimiento leve pero sostenido de la brecha, que
llegó a 2,4 en 2016. El fin de la etapa de altos precios internacionales de los
productos básicos, y la consiguiente retracción de inversiones en dicho
sector, mostró los límites a la convergencia que tiene la Segunda periferia,
tanto como los límites que mostró la etapa donde las brechas se redujeron de
manera ostensible.
Gráfico 4: Brechas del PBI por habitante entre el
centro y las cuatro periferias
Nota: En eje izquierdo PBI per cápita del
centro/PBI per cápita de la periferia.
Fuente:
Elaboración propia en base a datos Maddison Project Database, version 2018, https://www.rug.nl
/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018
La tercera
periferia muestra una evolución que tuvo algunos rasgos de similitud con la
primera. Lo notable es que esta periferia tenía, a comienzos de siglo XX,
niveles de prosperidad no muy diferentes respecto a la segunda periferia.
Desde la década de 1930, el crecimiento de la brecha fue exponencial. En 1969,
el PBI por habitante del centro era 13,7 veces más alto que el de la tercera
periferia. Su trayectoria era hasta entonces muy similar a la de la primera
periferia. Sin embargo, volvió a experimentar una retracción significativa que
llevó la brecha de 10 en 1980 a 12, 6 en 2000. Comenzó entonces un notable
proceso de reducción de la brecha, a tasas incluso algo más elevadas que en el
caso de la primera periferia, llegando a 6,5 en 2011. A partir de entonces, la
brecha continuó reduciéndose, aunque a un ritmo más lento, llegando a 5,9 en
2016. ¿Estará en esta tercera periferia el nuevo conjunto de países asiáticos
con capacidad para dar el salto productivo y tecnológico que los transporte
hasta la primera periferia sin pasar por la segunda?
Finalmente,
la cuarta periferia muestra la tendencia más drástica a la divergencia, si bien
pudo recientemente modificar su situación, aunque de manera temporal. La
tendencia a la divergencia fue generalizada a lo largo de todo el siglo XX,
donde prácticamente no hubo períodos sostenidos de caída de la brecha. En 1929,
el PBI por habitante del centro era 5,6 veces más elevado que el de la cuarta
periferia, en 1950 era 6,8 veces más alto, en 1960 ya alcanzaba 9,5, en 1980
subió a 11, en 1990 a 14,7 y en 2000 a 20. Estamos hablando de una verdadera
catástrofe, de un subconjunto (donde se agrupa la mayor cantidad de países) que
sufrió un notable y sostenido retroceso. Durante la primera década del siglo
XXI la caída fue notable: de 20 en 2000 a 13,6 en 2011. Bastó que estos países
comenzaran a crecer, en conjunción con la fuerte desaceleración del centro,
para experimentar esta notable caída de la brecha. Pero seguimos hablando de
enormes distancias, todavía superiores al nivel más alto alcanzado por el
promedio de la periferia en todo el período analizado. Después de 2011, la
reducción de la brecha se ralentizó, e incluso volvió a crecer de manera
reciente, aunque en una baja proporción.
Vemos
entonces que, de las cuatro periferias, hubo dos que están reduciendo las
brechas (la primera y la tercera), mientras que otras dos se han estancado o
incluso han retrocedido. Antes que procesos de convergencia, es persistente la
heterogeneidad. Es cierto también que las dos periferias convergentes
concentran el 52% de la población mundial, mientras que en las dos periferias
divergentes o estancadas vive el 34% de la población mundial.
El Gráfico
5 permite observar con mayor claridad las tendencias de largo plazo. Allí se
muestra la evolución del PBI por habitante del centro y las cuatro periferias
en escala logarítmica. Destaca la tendencia a la convergencia de la ex
periferia con el centro y se observa también la similar tendencia que tuvo la
segunda periferia con respecto a la ex periferia hasta comienzos de la década
de 1970. A partir de entonces, la segunda periferia combina períodos de
estancamiento con algunos saltos que no configuran una tendencia convergente.
Finalmente, se observa el estancamiento de la tercera periferia hasta la década
de 1980 y el posterior crecimiento acelerado, a diferencia de la cuarta
periferia, que continuó cayendo hasta comienzos del siglo XXI, mostrando una
recuperación posterior algo deslucida.
Las últimas
décadas mostraron cambios que no han sido menores. Por primera vez en la
historia del capitalismo, los países del centro crecieron por debajo del
promedio mundial. Tanto en la década de 1990 como en los primeros años del
siglo XXI los países centrales crecieron a una tasa promedio inferior al
promedio mundial, y si consideramos sólo lo ocurrido en el siglo XXI, las
cuatro periferias crecieron por encima del promedio del centro (la excepción es
la segunda periferia, que creció por encima del centro, pero por debajo de la
ex periferia en la década de 2010).
¿Motivos
para el optimismo? ¿Por primera vez en la historia del capitalismo podrá
plantearse la utopía de un mundo donde se reducen las brechas entre países
ricos y países pobres? Se han señalado motivos para matizar ese optimismo y
ponerlo en un contexto de mayor heterogeneidad. Más importante aún es
preguntarse cuál será la reacción de los países centrales, en particular de sus
capas medias, que continúan gozando de ingresos y acceso a bienes materiales y
servicios de educación y salud muy por encima de cualquiera de los países de la
periferia, pero no es ese su punto de su comparación sino su propio bienestar
estancado o decadente, o el de sus padres y abuelos.
Gráfico 5: PBI por habitante del centro y las 4
periferias, 1820-2016, escala logarítmica (en dólares)
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Maddison
Project Database, versión 2018, https://www.rug.nl
/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018
El ascenso de China
El extraordinario crecimiento de la economía china
ha sido el factor de cambio estructural más importante en las tendencias de
largo plazo. Algunos autores han señalado que el ascenso de China no tiene
nada de sorpresivo, tratándose, antes bien, de la recuperación de una tendencia
histórica caracterizada por su muy relevante papel en el escenario internacional.
Las estadísticas de Maddison indican que China no
podía ser considerado un territorio de la periferia mundial entre los siglos
XVI y XVIII. El Gráfico 6 da cuenta de que la reciente expansión de China hasta
recuperar el lugar de liderazgo mundial en términos del PBI (no así del PBI por
habitante) respondería a la recuperación de un rol histórico que, de acuerdo
con algunos autores, habría quedado postergado por los conflictos internos y la
revolución socialista de Mao Tse Tung de 1949.
Gráfico 6: Brecha del PBI de China con respecto a
Europa Occidental (1500-2010) y EE.UU. (1870-2010)
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Maddison
Project Database, versión 2020, https://www.rug.nl
/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2020
En
realidad, el fenómeno es más complejo. Aglietta y Bai
(2013) sostienen que el factor de divergencia entre China y los países más
desarrollados se originó mucho antes, en el siglo XIX, debido a los constantes
ataques externos que sufrió China y que fueron minando su economía, su
histórica cohesión interna y el centralismo de la etapa imperial. Cuando
finalizó la Segunda Guerra Mundial, China era uno de los países más pobres del
mundo. En 1949, la tasa de mortalidad superaba el 18 por mil, la esperanza de vida
era menor a 40 años y la mortalidad infantil superaba 130-146 por mil (Aglietta y Bai, 2013). El 80% de la población china era
analfabeta y las guerras habían destruido las redes de asistencia médica y provisión
de educación. Poco era de esperar ante tan dramático panorama.
La
interpretación de Aglietta y Bai (2013) respecto al
período de Mao es diferente a la explicación convencional. Mao recuperó el
centralismo imperial y la cohesión territorial, ya no bajo la figura del
emperador sino a través del Partido Comunista. Entre 1950 y 1978, la situación
social se modificó sustancialmente y el país inició un proceso de
industrialización. La tasa de inversión creció del 20% del PBI en 1952 al 35%
en 1970. Entre 1952 y 1978 el producto industrial creció a un promedio del
11,5% anual. En este contexto, se produjeron rápidas mejoras en salud y
educación: la esperanza de vida subió de 42 a 66 años entre 1950 y 1982, fueron
erradicadas las epidemias más mortales, las personas sin escolarización primaria
cayeron de 74% a 40% entre 1952 y 1978 y la población analfabeta cayó de 80% a
16,4%.
Otro
aspecto que pudo ser solucionado en el período de Mao era el crítico desbalance
en la producción de alimentos. En la década de 1970 comenzaba a dar resultado
el trabajo de científicos chinos en la introducción de especies de arroz de
mayor rendimiento, junto al desarrollo de nuevos fertilizantes y agroquímicos
que permitieron un sustantivo incremento de la productividad agrícola (Aglietta y Bai, 2013).
En
definitiva, Mao creó las condiciones para este particular esquema de desarrollo
capitalista dirigido por el Partido Comunista chino, que se inició en 1978, que
comienza a mostrar resultados en la década de 1990 y ya muestra un liderazgo de
relevancia en la década de los 2000. Un experimento inédito en la historia del
capitalismo y que, una vez más, no tiene punto de conexión alguno con las
prescripciones y visiones de la economía convencional.
Entre 2004
y 2014, el mundo asistió a un proceso de fuerte crecimiento en los precios de
las materias primas que benefició a los países productores, y que estuvo en
buena medida sustentado en la creciente demanda de alimentos, energía y
minerales para sostener ese extraordinario proceso de crecimiento e
industrialización. Este fue uno de los factores que redujo las brechas en
América Latina y África en la primera década del siglo XXI.
América Latina, de la ilusión a la pérdida de rumbo
Los datos de los apartados anteriores mostraron un
panorama desalentador respecto al desarrollo económico latinoamericano. Ningún
país de la región se ubica entre los de mayor crecimiento, ni mostró saltos
cualitativos de relevancia durante la segunda mitad del siglo XX, ni se perfila
a crecer aceleradamente tras una buena primera década del siglo XXI. El proceso
histórico de largo plazo da cuenta de una trayectoria decepcionante.
Los
procesos de divergencia entre América Latina y el mundo desarrollado pueden ser
divididos en tres etapas. La primera, entre fines de la segunda guerra mundial
y comienzos de la década de 1960, debe ser interpretada como de recuperación
del viejo continente, antes que de divergencia. En efecto, lo que se verifica
entonces es una ampliación sostenida de la brecha hasta ubicarse en un nivel
similar al de 1913, no porque América Latina no creciera, sino por la acelerada
reconstrucción de las economías del territorio europeo. En las décadas de 1960
y 1970 la brecha se mantuvo estable, aspecto que resulta sobresaliente si
tenemos en consideración que se trata de dos de las décadas de mayor expansión
de la historia del capitalismo (la llamada “edad de oro del capitalismo”). En
efecto, se trató de períodos de alto crecimiento, mejora en los ingresos medios
de la población del mundo industrializado, fuerte innovación tecnológica y
cambios en los hábitos de vida. En ese contexto, el PBI por habitante
latinoamericano creció a un ritmo similar al de Europa Occidental, en base a un
proceso de industrialización, dando cuenta de un fenómeno históricamente
relevante y que echa tierra encima de la leyenda negra que impugna los logros
de la industrialización latinoamericana. La tercera etapa, a partir de la
década de 1980, es la de la “gran divergencia” donde, en solo dos décadas, el
PBI por habitante latinoamericano aumentó su brecha con el europeo en 10 puntos
porcentuales, retrocediendo al nivel de 1870. En la primera década del siglo
XXI, la tendencia muestra señales de reversión y América Latina recupera 3
puntos porcentuales.
En el
Gráfico 7 podemos observar la evolución de 4 países de América Latina. Argentina
experimentó tasas de crecimiento similares a las del centro durante la década
de 1960 y comienzos de 1970. De haber continuado en esa senda de crecimiento,
podría hoy tener un nivel de ingreso por habitante similar al de países del
centro como Nueva Zelanda. Más intenso aún fue el caso de México, país que,
entre 1950 y 1980 siguió la tendencia de la ex periferia. De haber continuado
en esa senda, México estaría hoy en ese conglomerado de países que abandonó la
condición periférica. Brasil también parecía ubicarse en ese mismo sendero
hasta la década de 1980. Diferente es el caso de Chile, el cual no tuvo un
desempeño expansivo en la fase de industrialización, pero sí mejoró
notablemente su tasa de crecimiento, particularmente a partir de la década de
1990. No obstante, su crecimiento ha tendido a amesetarse
en los últimos años y no se observa una reducción sustantiva de brechas o su
ingreso en un sendero de desarrollo.
Gráfico 7: Evolución del PBI por habitante en
países seleccionados de América Latina, centro, ex periferia y segunda
periferia, 1820-2016 (escala logarítmica en dólares)
Fuente:
Elaboración propia en base a datos de Maddison
Project Database, versión 2020, https://www.rug.nl
/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2020
En suma, de ascendente sector intermedio de la
economía mundial, América Latina mutó hacia una situación de relativo
estancamiento, expresada no tanto en su retroceso absoluto sino en el claro
rezago respecto al crecimiento, tanto del mundo desarrollado como de otras
regiones de la periferia. Incluso en un contexto de fuerte crecimiento, como el
que tuvo lugar en los primeros años del siglo XXI, la situación no mostró
señales significativas de reversión. El buen desempeño de Chile luce menos
rutilante cuando el zoom
se aleja y se compara su trayectoria con la
experimentada por naciones de otras regiones.
Conclusiones
Los elementos teóricos y empíricos presentados en
este artículo permiten conjeturar una mayor heterogeneidad en los territorios
de la periferia, lo que nos conduce a reformular las hipótesis de Prebisch y a repensar los senderos de desarrollo en el
escenario internacional. Este planteo mantiene distancia tanto con los enfoques ortodoxos sobre convergencia como con las
teorías marxistas de la dependencia, que postulaban la imposibilidad de
abandonar la condición periférica bajo un sistema económico capitalista.
Los
resultados expuestos confirman que son pocos los países que abandonaron la
condición periférica y que no son muchos los que aparecen insertos en un
sendero de desarrollo, de acuerdo con la definición que hemos ensayado en este
artículo. La gran novedad de este período es el dinamismo de China, ya que por
su relevancia económica adquiere un gran impacto en la economía internacional.
En este
escenario complejo y heterogéneo, los países de América Latina no se ubican en
senderos de desarrollo evidenciando, antes bien, un alejamiento de las
trayectorias más dinámicas de la economía mundial. De haber podido sostener la
tasa de crecimiento del período 1940-1980, México podría haber convergido con
España, Argentina con Nueva Zelanda y Brasil probablemente habría podido
conformar un milagro similar a la industrialización de países asiáticos.
Incluso el caso de Chile, de buen desempeño en comparación con otros países de
la región, no luce tan impactante cuando se lo compara con países emergentes de
otras regiones. La dificultad para sostener estrategias de industrialización y
creación de capacidades tecnológicas aparece como el aspecto más notable en
este distanciamiento. Las razones de esta divergencia exceden, por cuestiones
de espacio, los objetivos de este artículo. Como fuera señalado en Kulfas (2017), los cambios en los enfoques de política
económica, avance del neoliberalismo, desarme de las políticas de estímulo
productivo y pérdida de densidad de las instituciones de developmental state, sobreendeudamiento externo, entre
otros, constituyen los principales aspectos de dicha explicación.
El
replanteo de la condición periférica en el siglo XXI es un desafío relevante
para repensar el sendero de desarrollo, más aún donde el imperativo de la nueva
geometría industrial obliga a repensar las políticas de desarrollo. En este
marco, las ideas de Prebisch basadas en una gran
periferia clásica indiferenciada han perdido relevancia, lo cual no significa
que el marco general centro/periferia no conserve poder explicativo. En este
sentido, el modelo de cuatro periferias actualiza la teoría de Prebisch a las transformaciones acontecidas desde la década
de 1970. El esquema presentado permite describir las tendencias de las últimas
décadas, así como proyectar o prever tanto los posibles países que abandonen
en el futuro la condición periférica como la caracterización de dichas
trayectorias y de los países que presentan dificultades para avanzar hacia el
desarrollo.
El presente
artículo centró el análisis en un período de tiempo que finaliza en el año
2015, refleja lo acontecido en los tiempos de auge de la globalización que se
iniciara en la década de 1990 con la disolución del bloque soviético. En los
últimos años, la conjunción entre el cambio tecnológico y las tensiones
geopolíticas entre EE.UU. y China, han comenzado a re-configurar el escenario internacional, iniciando una
etapa de re-shoring
y near-shoring
caracterizado por la búsqueda de recuperar dinamismo industrial por parte de
EE.UU. Esta nueva etapa tendrá implicancias para las periferias, de modo que el
modelo aquí presentado podrá ser de utilidad para analizar y proyectar futuras
tendencias en materia productiva en los diferentes territorios mundiales.
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[1] Universidad Nacional de San Martín, Escuela de Economía
y Negocios. ORCID 0000-0003-1604-8554. mkulfas@unsam.edu.ar.
[2] El autor agradece los valiosos comentarios de Daniel
Schteingart sobre un borrador de este artículo y los aportes de los jueces
anónimos que evaluaron este artículo.
[3] La práctica de categorizar a los países según su nivel
de ingresos presenta particulares problemas en el caso de países altamente
especializados en materias primas que experimentan cierto auge en la demanda o
etapas de altos precios internacionales, y que además poseen una población
relativamente baja, dando lugar a elevados niveles de ingreso promedio por
habitante sin que ello se traduzca necesariamente en mayores grados de
desarrollo económico y social. Tales son los casos de algunas naciones con elevadas
reservas de petróleo.
[4] Según este enfoque, hay países que logran prosperar,
pero tras ciertos períodos de crecimiento, el nivel del PBI por habitante
tiende a estancarse. En algunos casos, ello se debe al agotamiento de los
factores de impulso, por exceso de primarización y no haber podido avanzar en
el crecimiento de las exportaciones industriales o de mayor contenido
tecnológico. Otros factores tienen que ver con las desigualdades y la
consolidación de un fenómeno largamente estudiado en la teoría del desarrollo
latinoamericano: las pautas de consumo imitativo según las cuales los sectores
medios y de altos ingresos de una economía en desarrollo buscan consolidar
parámetros de consumo similares a los de países más avanzados, pero sin contar
con las divisas que se requieren para financiar esa expansión del consumo, ni
con un sistema productivo maduro para tales fines. Un autor que ha desarrollado
su propia visión sobre la trampa de los países de ingresos medios es Foxley (2012).
[5] Porta, Santarcangelo y Schteingart (2017) presentan una
buena síntesis sobre dicha literatura.
[6] El costo de la manufactura de los productos electrónicos
de Apple, la cual se realiza mayoritariamente en China, representa menos del
20% del valor final. El resto lo retiene Apple en el retail y su injerencia decisiva en I+D.
[7] “El ascenso de the
rest ha sido uno de los cambios fenomenológicos de la segunda mitad del
siglo XX. Por primera vez en la historia, países atrasados se industrializaron
sin innovaciones propias. Avanzaron en industrias que requieren importantes
capacidades tecnológicas sin haber tenido inicialmente capacidades tecnológicas
avanzadas. La industrialización tardía fue un caso de puro aprendizaje, desde
una inicial completa dependencia tecnológica de otros países para establecer
industrias modernas” (Amsden, 2001, p. 2).
[8] La expresión original corresponde a un trabajo de
Medeiros y Serrano (1999) que se relaciona con países que se beneficiaron del
contexto de la guerra fría entre EE.UU. y la Unión Soviética en disputas
geopolíticas. Los casos de Japón, Corea y Alemania han sido los más
emblemáticos, pero de manera más reciente es posible encontrar analogías con
los países del este europeo y también en la conformación de la Unión Europea y
su impacto positivo sobre los países más pobres de dicha región, como los casos
de Portugal, Grecia y España. Ayuda económica, masivos flujos de capitales y
ampliación de mercados exportadores han formado parte de la estrategia de
“desarrollo por invitación”.
[9] Milanovic (2015) describe la evolución de la desigualdad
mundial entre 1988 y 2008 dividiendo los ingresos de la población mundial en
percentiles. El “gráfico del elefante” presenta, en el eje de ordenadas, la
tasa de variación del ingreso real acumulado en el período señalado y, en el
eje de abscisas, la distribución del ingreso según percentiles de la población
mundial. La gráfica presenta una línea ascendente en los estratos más bajos
(debido al aumento de los ingresos en economías emergentes, fundamentalmente China) hasta el 55% de la población
mundial. Allí inicia un abrupto descenso, explicado por el declive relativo de
la clase media del mundo desarrollado. Finalmente, a partir del 80% de la
población mundial, la curva vuelve a ascender explicado por el auge de ingresos
de la élite mundial. La forma de la curva, con
esa “trompa” final es la que da la imagen de un elefante.
[10] La información relevada sobre salarios tiene menores
niveles de confiabilidad que el resto. Lamentablemente no existen mediciones
comparables sobre salarios promedio, la Organización Mundial del Trabajo (OIT)
solo releva datos sobre salario mínimo y tampoco los presenta con metodologías
aptas para su comparación. Ante esta carencia, se recurrió a datos de
www.mundeo.com
[11] Otro caso particular es el de Rusia, un país que debe
ser considerado central hasta la caída de la URSS. Dadas sus especiales
particularidades, se lo considera como país del centro hasta 1992, y de la
periferia a partir de entonces.
[12] El brusco movimiento que se observa en 1993 obedece al
descenso de Rusia a la segunda periferia. Ello ocasionó, en primera instancia,
una reducción de la brecha dado que su PBI por habitante era más alto que el
promedio de la segunda periferia. Pero en los años subsiguientes la tendencia
se revirtió debido a la caída del PBI por habitante ruso ocasionado por las
reformas económicas implementadas.