Índice

Presentación 11

Dossier

La economía social latinoamericana en encrucijada: asociaciones y agentes entre los gobiernos progresistas y los neoliberales (finales del siglo XX y principios del XXI)

Coordinado por Rocío Soledad Poggetti

La economía social latinoamericana en encrucijada: asociaciones y agentes entre los gobiernos progresistas y los neoliberales (finales del siglo XX y principios del XXI)

Rocío Soledad Poggetti 15

Notas sobre economía popular, social y solidaria en gobiernos progresistas latinoamericanos y sus vínculos con la valorización de organizaciones

Juan Fernando Álvarez, Daniel Francisco Nagao Menezes 27

Desarrollo Institucional de la Economía Social y Solidaria en Brasil – Del Gobierno Fernando Henrique Cardoso (1995) a Jair Bolsonaro (2022)

Daniel Francisco Nagao Menezes 51

Gobierno progresista e inclusión social a través del trabajo. Las cooperativas sociales del MIDES en Uruguay (2006-2019)

Juan Pablo Martí 83

Economía social en los márgenes agrarios. Asociaciones y agentes productivos en la agroindustria yerbatera argentina (1991- 2021)

Lisandro Ramón Rodríguez 111

Parte abierta

La industria tabacalera argentina durante las reformas del Estado y la desregulación económica: Estado nacional, empresas y gobiernos provinciales (1990-2001)

Hugo Ariel Rossi 137

Transformación en la industria farmacéutica argentina: del liderazgo de las empresas internacionales Big Pharma al dominio de las corporaciones locales de genéricos de marca (2003-2018)

Federico Daniel Naspleda 169

Reseñas

El cooperativismo agropecuario argentino entre el Estado y el mercado. Actores y procesos en perspectiva histórica..

Cristian Wilson 213

Directrices para autores/as 217

Economía social en los márgenes agrarios. Asociaciones y agentes productivos en la agroindustria yerbatera argentina (1991- 2021)

Lisandro Ramón Rodríguez1

Resumen

La propuesta de este artículo es analizar cómo se manifiesta el asociacionismo en los márgenes de la argentina rural en contextos cambiantes y adversos. La delimitación temporal se extiende desde la desregulación del sector -bajo la consolidación del modelo neoliberal- hasta el presente. Las tres décadas en estudio posibilitan identificar rupturas, cambios y continuidades en las prácticas de acción colectiva que llevan a cabo los sujetos sociales involucrados, al tiempo que permite identificar el diseño y los alcances de las políticas públicas en distintas etapas. La óptica está puesta en los procesos de diferenciación agraria donde la asimetría y concentración constituyen rasgos salientes del sector a estudiar. La economía social forma parte del abordaje teórico y conceptual para esta propuesta que intenta, además, reconocer lo alcances y límites en las estrategias de acción colectiva. Proponer el análisis de la economía social en situaciones problemáticas concretas posibilita identificar diferencias y similitudes con otras contribuciones latinoamericanas que ponderan al asociacionismo agrario como objeto de estudio. La metodología cualitativa será la que estructure esta presentación, donde la observación participante, las entrevistas semiestructuradas a actores claves se complementarán con publicaciones periódicas, la bibliografía disponible sobre la temática y documentos internos de las organizaciones (memorias de cooperativas, actas, comunicados, estatutos).

Palabras clave:

Economía social, asociacionismo, agroindustria yerbatera, Argentina

Social economy in the marginal agrarian borders. Associations and productive agents in the Argentine yerba mate agribusiness (1991-2021)

Abstract

The aim of this article is to analyze the characteristics of associationism in the edge of rural Argentina since the deregulation of the yerba mate’s sector -under the consolidation of the neoliberal model- to the present. The three decades under study make it possible to identify ruptures, changes and continuities in the practices of collective action carried out by the social subjects involved in this agrarian production, while allowing the design and scope of public policies to be identified at different stages. The perspective is placed on the processes of agrarian differentiation where asymmetry and concentration are salient features of the sector to be studied. Social economy is part of the theoretical and conceptual approach that allow to evaluate the scope and limits of collective action strategies. Thus, focusing in concrete problematic situations -as presented in this article- makes it possible to identify differences and similarities with other Latin American contributions that ponder agrarian associationism as an object of study. The qualitative research methods that are used in this paper are participant observation, semi-structured interviews with key actors, that are complemented with periodic publications, secondary bibliography on the subject and internal documents of the organizations (memory of cooperatives, minutes, press releases, statutes).

Keywords:

Social economy, associationism, yerba mate agribusiness, Argentina.

Introducción

Abordar el asociacionismo rural en los márgenes de la argentina rural, implica ponderar críticamente el desarrollo histórico del cooperativismo agrario. Para dicha labor resulta necesario reconocer los consensos que posibilitaron el agrupamiento, pero también señalar las contradicciones internas que suscitan conflictos y disputas. Las modificaciones en el modelo de acumulación, que implica una delimitación espacial y temporal del proceso de reproducción ampliada del capital (Varesi 2013, 18) constituyen un factor fundamental de interpretación y una herramienta analítica que posibilita estudiar los cambios y permanencias, al tiempo que representa una variable destacada para reconocer el accionar del Estado en distintas etapas2.

El caso que nos convoca refiere a las acciones colectivas vinculadas a la actividad yerbatera argentina3, cuya expresión más ilustrativa son las cooperativas de producción4. Desde 1926 estas entidades reúnen a productores con el propósito de elaborar y comercializar yerba mate (Rodríguez 2018). La unidad de estudio propuesta para esta comunicación la constituye la actual provincia de Misiones, que aporta el 90% de la producción nacional5. Como parte de las economías regionales, tanto el territorio como la actividad, están sujetos a las dinámicas macroeconómicas, las decisiones políticas y de gestión dirigidas al agro, como así también a los ciclos del cultivo (Rofman 1999; Bolsi 1986). Son estas las variables que explican las modificaciones que se producen en las organizaciones asociativas, que se traducen tanto en el aspecto organizativo que asumen, como en la práctica discursiva que emiten.

La premisa que postula este artículo se orienta en reconocer los cambios estructurales que se registraron en la agroindustria yerbatera argentina en las últimas tres décadas y en cómo las modificaciones han impactado en la capacidad de acumulación de los sujetos sociales agrarios, variable que explica las formas de acción colectiva. Entonces, la óptica está puesta en los procesos de diferenciación agraria y en la concentración y asimetría que caracterizan al actual escenario oligopsónico yerbatero. Entendemos que estas variables resultan explicativas en el análisis cooperativo y asociativo en al menos dos aspectos. El primero refiere al carácter constitutivo de estas organizaciones, que se pueden traducir en las contradicciones suscitadas entre los principios cooperativos y las “nuevas necesidades” del régimen social de acumulación a estudiar. La segunda alude a los conflictos de intereses que se registran entre los socios de las entidades (en tanto consecuencias de los cambios mencionados), realidad que deja entrever que existen discrepancias internas (políticas, económicas e ideológicas). Esta situación despeja cierta creencia de que, en el plano organizativo, las cooperativas se rigen únicamente por intereses convergentes para todos los actores involucrados (Balbi 1998).

Se consideran también aquí a experiencias de agrupación y asociativas que no necesariamente conforman cooperativas. Las mismas responden a coyunturas que impulsan a distintos sujetos sociales agrarios a emprender acciones colectivas a demanda de ciertas condiciones, principalmente económicas, como por ejemplo ante una crisis en el sector. En ese sentido, se prioriza abordar las modificaciones en el modelo de acumulación, las estrategias desplegadas por los sujetos sociales agrarios en esta dinámica que -entendemos- impactan en las formas de acción colectiva y las respuestas que emergen desde el Estado ante las distintas coyunturas.

Se propone una periodización que contempla tres momentos. El primero da cuenta del impacto del modelo neoliberal en la economía yerbatera y sus consecuencias en el asociativismo, en lo que denominamos la crisis de las cooperativas clásicas (1991- 2001). En segundo lugar, nos detenemos en revisitar la década que transcurre desde la agudización de la protesta agraria misionera, pasando por la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) hasta el surgimiento del Consorcio Cooperativo Esperanza Yerbatera (2001- 2011). Finalmente nos concentraremos en estudiar nuevas formas asociativas en el agro de Misiones, donde la agricultura familiar y la economía social emergen como puentes para la acción y el análisis (2011- 2021). Este “recorte” no implica un análisis aislado de sucesos ocurridos en tres décadas o un conjunto de bloques independientes unos de otros. Existen variables transversales que explican la dinámica agraria y las expresiones asociativas que se desprenden de la lógica de acumulación imperante.

Mapa I: Región Yerbatera Argentina

Fuente: Rodríguez 2018, 28

Desregulación y neoliberalismo: crisis en las cooperativas yerbateras clásicas (1991- 2001)

El modelo neoliberal es abordado desde distintas disciplinas y corrientes de pensamiento. Es definido como el marco teórico de la globalización (Lettieri 2004), como un proyecto político (Harvey, 2007) e incluso como la visión capitalista del mundo de moda a fines del siglo XX y principios del XXI (Toussaint 2012). Su campo de aplicación involucra -con matices diferenciados- a países desarrollados y del tercer mundo (Saborido 2002). En la Argentina se afianza como un nuevo modelo de acumulación, al tiempo que determina un punto de inflexión en la historia económica del país (Rapaport 2006; Ferrer y Rougier 2010). Sin embargo, las modificaciones no se restringen únicamente a los factores económicos, sino que incluyen a las organizaciones, instituciones y políticas, tanto como a las creencias y valores de los actores. Es decir, que implican transformaciones en la cultura misma de la sociedad (Lattuada 2006, 209).

Las consecuencias en el agro registran distintos matices, según el territorio y las capacidades productivas que presentan. Sin dudas, el agronegocio se consolida como el modelo predominante, sobre todo en la Pampa Húmeda (Teubal 2008) y, con sus particularidades, en las denominadas economías regionales (Rofman 2012). La literatura sobre el tema reúne un gran número de investigaciones y publicaciones, donde se encuentran conceptualizaciones y discusiones, como así también insumos para el desarrollo de políticas públicas (Lattuada, Márquez y Neme 2012; Lattuada 2006; Teubal 2008). Se evidencia que los desequilibrios regionales en un país extenso como la Argentina se agudizaron con las medidas desplegadas, por lo que son objeto de estudio de varias disciplinas de las ciencias sociales (Girbal - Blacha 2011). Interesa aquí ponderar cómo impactan estas medidas en una región marginal y de frontera, para luego fijar la lente en las expresiones asociativas y colectivas en torno a la actividad yerbatera.

Los alcances del modelo en las cooperativas de yerba mate

Las cooperativas yerbateras forman parte del paisaje agrario de la actual provincia de Misiones y norte de Corrientes. Además, constituyen una institución simbólica para el imaginario social, al ser la primera manifestación de acción colectiva que logró reunir a productores con el objetivo de comercializar el cultivo, cuyo mercado era manejado por agentes industriales que contaban con molinos propios. Desde su génesis nucleó a sujetos sociales con disímil capacidad de acumulación, donde la categoría “colono” era utilizada para denominar al conjunto de productores6. Esta variable explica -junto a las modificaciones del contexto- algunas de las contradicciones internas que condujeron a la crisis de estas entidades e impulsaron nuevas formas de acción colectiva.

La historia de las cooperativas yerbateras no se caracteriza por un devenir homogéneo y estático7. Las modificaciones del contexto y los propios ciclos del cultivo condicionaron su desarrollo y el accionar de sus socios. Sin embargo, la década que se inicia en 1990 representa un punto de ruptura en esta agroindustria y por ende en las expresiones asociativas. Nos ocuparemos de un rasgo saliente del modelo8: el retiro del Estado9, cuya expresión de mayor impacto en la región es la desregulación de la actividad yerbatera10.

Para contextualizar resulta oportuno dar cuenta de las publicaciones periódicas, con la premisa de situar cosas detrás de las palabras (Vilar 1999). Ante la inminente disolución de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM)11 un periódico de tirada regional titula en la sección Información General “Conmoción por trascendidos sobre desregulación”. A pesar de que la nota se publica prácticamente en forma sincrónica a la sanción del decreto que puso fin a la injerencia estatal en varias juntas y comisiones reguladoras, se puede leer que “ni en el Gobierno, ni en los sectores de actividad privada y profesional (…) se conocían los alcances de la medida”. En la misma nota, el matutino cita una entrevista brindada a dicho medio por el entonces Gobernador Julio Humada, quien afirma que “si se desregula el sistema yerbatero en Misiones y Norte de Corrientes, sería el final de los pequeños productores” (El Territorio 31/10/1991, 11. El resaltado es nuestro).

Resulta interesante recuperar esta publicación periódica, que en pocas líneas denota el contexto crítico y de incertidumbre para la actividad yerbatera. Sorprende quizás “el desconocimiento” por parte del gobierno, pero, sobre todo, alarman las palabras del entonces mandatario. Lo que sigue en las páginas de distintos matutinos de la región, son las versiones y posturas respecto de la eliminación de la regulación estatal. No vamos a explayarnos mucho en este punto, pero consideramos pertinente reproducir algunas voces, particularmente de quienes desempañaban cargos en el Estado, eran funcionarios de organismos referidos al agro o la actividad yerbatera, como también de aquellos que integraban cooperativas de productores.

El dirigente cooperativista Pedro Angeloni manifiesta que “la CRYM así como está, no tiene sentido de ser, porque los grandes molineros tienen sus empleados ahí adentro, que son los mismos funcionarios y, por lo tanto, hacen lo que quieren. Ellos son los que dominan la CRYM” (Primera Edición 25/10/1991, 2). Esta afirmación se puede interpretar desde distintos ángulos. A priori pareciera una manifestación a favor de la eliminación de la Comisión, pero se puede apreciar una denuncia pública de maniobras ejecutadas al interior del organismo por sectores que buscan obtener los mayores réditos para sus intereses, al tiempo que ilustra la disputa por la hegemonía.

El entonces presidente delegado de la CRYM, Edgard Stevenson, afirma que “ante la probable desregulación de la actividad el negocio yerbatero quedará en mano de no más de 20 industriales” (Primera Edición 31/10/1991, 4. El resaltado es nuestro). Estas palabras son un vaticinio elocuente de lo que se irá consolidando en el escenario yerbatero y del que nos ocuparemos más adelante. En sintonía con este discurso el entonces Diputado Provincial Nelson Luis Cáceres (PJ), afirma que “la desregulación de la economía yerbatera afectará considerablemente a los trece mil productores y las 50 mil familias tareferas” (El Territorio 06/11/1991, 12).

Se encuentran también voces que argumentan que la desregulación no traería consecuencias negativas para el sector. El entonces Ministro de Hacienda y Economía de la provincia de Misiones, Salomón Antonio Michitte, afirmó “En Misiones no van a desaparecer los pequeños productores, porque los yerbateros están bien organizados y además el gobierno provincial va a bregar para que ello no ocurra” (El Territorio 03/11/1991, 18. El resaltado es nuestro). En sintonía, el entonces presidente de la Cooperativa de Productores Yerbateros de Jardín América, Juan Kalitko, consideraba que “el pequeño y mediano productor no tendrá ningún problema y que la desregulación será beneficiosa”, enfatiza en que si “el productor (…) fue capaz de hacer una plantación de yerba mate, será capaz de administrar y comercializar la materia prima en un mercado libre” (El Territorio, fascículo especial 19 Fiesta Nacional de la Yerba Mate 1991. El resaltado es nuestro). Retomaremos más abajo las consecuencias del modelo en esta cooperativa.

Más allá de las conjeturas, la realidad denota que con la supresión de la CRYM se acelera y agudiza el proceso de concentración en favor de la burguesía industrial o molinera. La situación se suma a la influencia creciente de las cadenas comercializadoras, haciendo que ambas consoliden su papel en tanto eslabones que dirigen el sector y absorben las mayores tasas de ganancias (Magán 2008). Como contracara de la misma moneda se acentúa la asimetría entre los distintos sujetos sociales. Nuevamente el sector molinero y los grandes plantadores ocupan los lugares de privilegios, relegando a los pequeños y medianos productores a condiciones de reproducción social cada vez más difíciles. Sin lugar a dudas, el sector proletario, encarnado bajo la figura de las tareferas (Haugg 2022) y los tareferos, es el segmento más afectado por el modelo. Como rasgo del escenario los trabajadores rurales enfrentan condiciones precarias caracterizadas por el aumento de la informalidad y el trabajo no registrado (Rau 2012).

La desregulación ubica a los sujetos que conforman la agroindustria yerbatera en un escenario determinado por las condiciones de mercado y el libre juego de la oferta y la demanda. La década analizada en este apartado presenta dos momentos diferenciados. Durante el primer lustro los precios son constantes, hecho que genera cierta estabilidad e indiferencia respecto de la disolución del ente regulador. La brecha entre el precio que se paga por el kilogramo de la hoja verde y el producto final que se ofrece en el mercado se acentúa en la segunda mitad del decenio. Entonces, la diferenciación en la capacidad de acumulación entre los oferentes de materia prima es evidente. Pequeños y medianos productores no logran consolidarse en el nuevo modelo, factor que condiciona la lógica de acción colectiva.

Gráfico I: Evolución precio de la hoja verde (kg) y precio al consumidor (kg) (1990- 2000)

Fuente: Minoura Fabian y Minoura Alejandro: “La yerba madre (que nos parió)”, Diario Misiones On Line. 16/6/2001, Posadas

El gráfico I ilustra que la realidad es distinta para quienes ostentan el capital industrial y comercial. Además de observarse la diferencia de precios, que se traduce en la distancia (en términos de acumulación de capital) cada vez más amplia entre productores y el sector molinero concentrado, es factible advertir estrategias que van desde la integración vertical12 a las “multimarcas” (primera, segundas y terceras marcas) desarrolladas por parte de una misma firma comercial que buscan cubrir todos los segmentos de consumidores (y por supuesto eliminar a la competencia). Los datos explican la concentración y la asimetría en esta agroindustria, que lejos de equilibrarse se agudiza desde entonces. La forma vertical de integración, que hunde su génesis en esta etapa, es un fenómeno vigente que permite dar cuenta de la diferenciación que registra esta agroindustria.

La integración vertical de los molinos les da una capacidad de por ahí zanjear ciertos problemas o no necesitar si o si a ciertos secaderos de yerba mate, les da un poder extra digamos, pero yo creo que igual siguen necesitando de los secaderos cooperativos de los productores cooperativizados (Entrevista, Denis Alfredo Bochert, representante sector cooperativo en el directorio del INYM y tesorero de la entidad, abril de 2022).

Como medidas dirigidas a contrarrestar el deterioro de las condiciones económicas de los sujetos agrarios, se ejecutan desde el Estado planes y programas compensatorios13. La particularidad es que se diseñaban “a demanda”, es decir, que los objetivos de los mismos radicaban en crear, organizar y fortalecer las capacidades locales. Para dicho propósito se articulaban distintos organismos privados y públicos (entre las que se encontraban las universidades) para generar una red que diera respuestas a los desafíos que demandaba el sector ante el retiro del Estado (Lattuada, Márquez, Neme 2012, 92). Empero, más allá de ciertos paliativos las medidas no logran re-adecuar la estructura productiva y la economía yerbatera es el epicentro de la crisis.

En este escenario es lógico que las cooperativas de productores yerbateros reciban el impacto de las modificaciones en el modelo de acumulación. Como rasgo del contexto es posible advertir que la crisis que enfrentan no adolece únicamente en el ámbito económico, sino que resquebrajan las bases ideológicas que sustentan el accionar de las entidades y tensionan los principios que las regularon históricamente. La realidad no se limita a la actividad que analizamos. El movimiento cooperativo argentino en su conjunto enfrenta un escenario complejo en el que muchas entidades no logran sostenerse y permanecer (Levin y Verbeke 1997)14. Algunas inician proceso de reconversión interna (Lattuada 2006) y otras adoptan modificaciones estructurales en su organización y en sus actividades (Bageneta 2015).

Cuando aludimos a la crisis del modelo clásico de cooperativas yerbateras nos referimos a las dificultades que presentan las asociaciones -muchas de ellas históricas- en seguir representando los intereses de sus socios. Una de las posibles explicaciones responde a que un gran número de entidades agrupan en base societaria a sujetos con disímiles capacidades de acumulación y por ende con intereses diferentes. Esta situación constituye un común denominador entre las entidades misioneras de yerba mate15. Coexisten en una misma institución grandes plantadores con más de 100 hectáreas con pequeños y medianos productores que no superan las 25 hectáreas. Los márgenes de maniobra difieren y provocan en algunos casos disputas internas e incluso el alejamiento de socios.

Otra variable no menos importante responde a las condiciones coyunturales del modelo, que privilegia las estrategias individuales por sobre las colectivas. En este sentido, las cooperativas se ven condicionadas a optar por estrategias de tipo empresarial o por aferrarse a los principios del cooperativismo (Lattuada 2006). Esta tensión se manifiesta en las formas organizativas que la entidad adopta, como así también en el aspecto discursivo que asumen (Rodríguez 2018).

Para ilustrar las dificultades enunciadas centraremos la óptica en dos momentos claves: la producción y la comercialización. Si la escala es medida en la etapa primaria, se observan severos problemas, siendo el precio de la hoja verde la principal disputa. Sin embargo, es necesario contemplar variables que ilustran el clima de época y grafican los procesos de diferenciación entre los protagonistas. Nos referimos las innovaciones técnicas que permiten el aumento de los rendimientos por hectáreas. Es decir, a mayor inversión más kilogramos por explotaciones económicas. Nuevamente los pequeños y medianos productores se encuentran con una limitación: su capacidad de inversión, por la que muchas de sus plantaciones de yerba quedaron sujetas a rendimientos arcaicos, con márgenes de rentabilidad menor que la de los plantadores, quienes no sólo aplican tecnologías a los yerbales, sino que cuentan con el capital para realizar nuevas plantaciones y adquirir más tierras.

La distribución del producto final grafica con mayor claridad los niveles de concentración y asimetría. La comercialización deviene en barrera cada vez más alta para las marcas cooperativas. Más allá de los mercados de cercanías, no logran ingresar a las góndolas de los principales supermercados de la provincia y del país, ni mucho menos cubrir el cupo de exportación que posee el producto16. Esta realidad se agudiza si extendemos el radio comercial al escenario nacional, donde los molinos y las cadenas de hipermercados -que emergen como un nuevo actor- no solo controlan la distribución, sino también el precio final. Se perfila, además, una estrategia de venta que consiste un “subsidiar” a molinos con marcas consolidadas. Es decir, las cooperativas realizaban todo el proceso productivo hasta el estacionamiento, pero no comercializaban -al menos gran parte de su yerba- con marcas propias. Tomamos como ejemplo la cooperativa de Jardín América, entidad cuyo entonces presidente argumentaba que la desregulación no traería mayores complicaciones.

En el presente ejercicio nuestro principal comprador de yerba mate canchada fue la firma CBSé S.A de la ciudad de San Francisco, Córdoba (…). La firma Molinos Río de la Plata que durante muchos años fue nuestro principal y casi único comprador, este año nos compró prácticamente el 50% de lo que acostumbraba a adquirir (Cooperativa de Productores Yerbateros de Jardín América, Memoria 1999).

Es fundamental tener presente que no se puede realizar una generalización a partir de un solo caso. Empero, los guarismos indican un declive en la participación cooperativa en el último eslabón de la cadena. En este sentido, para 1998 sólo ocho empresas industriales17 concentraban el 70% del mercado (SAGPyA, 1998). Esta coyuntura determina un desequilibrio en los precios de la hoja verde, que (como habíamos enunciado) mantuvo cierta estabilidad durante el primer lustro. Los estratos con menor disponibilidad de capital son los que reciben con mayor fuerza el impacto de esta situación. El descontento deviene en organización y movilización como forma de resistencia, cuyo punto de efervescencia serán los primeros años del nuevo siglo.

Re estructuración del accionar colectivo en la agroindustria yerbatera (2001- 2011)

En los últimos años de la década de 1990 se agravaron las condiciones socio-económicas en el sector agrario misionero y la actividad yerbatera no fue la excepción. A partir de entonces se hizo sentir con mayor notoriedad la ausencia del Estado y más precisamente de un ente regulador. La brecha cada vez más amplia entre el precio de la hoja verde y el pagado en góndola por los consumidores provocaron el descontento de una gran masa de productores. La situación enunciada devino en caldo de cultivo para la organización colectiva. Los sectores damnificados por la política económica dominante se nuclearon para resistir los embates del modelo. Ante un Estado “ausente”, el disgusto eclosionó en una movilización y acampe en la capital provincial, acontecimiento que recibió la denominación de “tractorazo”, cuyo triunfo más notorio fue la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) en 2002.

El decenio que aborda este apartado presenta acontecimientos determinantes para la economía argentina, cuyas consecuencias alcanzan distintos campos como el político y el social. Las condiciones macroeconómicas de la Argentina en 2001 eclosionaron una crisis económica y de representatividad, cuyo punto cúlmine fue la renuncia del entonces presidente Fernando de La Rúa, precedido -entre otros acontecimientos- por el fin de la convertibilidad, el corralito financiero y las manifestaciones ciudadanas conocidas como “cacerolazos”.

En términos macro la convertibilidad da paso a la etapa reconocida como post-convertibilidad, que inaugura un nuevo modelo de acumulación en la Argentina. En lo que atañe a las políticas públicas dirigidas al agro, hay que considerar los cambios respecto de la “óptica” del Estado para con el sector relación con los programas y medidas de la década anterior. La nueva propuesta consiste en profundizar aquellas reformas que consoliden las instituciones y organizaciones de la sociedad civil en favor del desarrollo rural. Para cumplir con esta premisa se re-dirigen las escalas de observación y ejecución pasando de lo macro a lo micro (Lattuada, Márquez, Neme 2012, 94- 95).

Entre la crisis de las entidades tradicionales y las “nuevas” lógicas de acción colectiva

En lo que respecta a la actividad analizada, queremos señalar en primera instancia dos postulados que surgen del mismo proceso reconocido como tractorazo: las formas colectivas de acción y los alcances del INYM en los distintos sectores que conforman la agroindustria yerbatera. Son variables fundamentales para explicitar el asociacionismo en este contexto. Las movilizaciones de 2001 y 2002 además de significar una fuerte crítica al modelo (y al Estado) ponen al descubierto los límites de las clásicas entidades agrarias. En palabras de Lattuada (2006) sería la crisis de las asociaciones tradicionales en la Argentina, realidad que es propio del contexto abordado en este apartado.

Excede al objetivo de este artículo realizar un análisis detallado sobre las movilizaciones y metodologías de luchas implementados por los yerbateros misioneros18. Sin embargo, es fundamental enunciarlos, porque allí radican las claves para comprender las lógicas asociativas y colectivas que emergen en el escenario agrario. El punto de inicio de las manifestaciones es el año 1999 y constituyen una forma de respuesta a los paupérrimos precios que reciben por la hoja verde. Al principio fueron desarticuladas por promesas gubernamentales, pero en 2001 las rutas de la provincia volvieron a ser testigos del reclamo del sector más emblemático de la agroindustria regional.

Es importante referir a las organizaciones que surgen en este contexto, porque ilustran las crisis de las entidades clásicas, al tiempo que grafican las formas colectivas de reivindicación en contextos adversos. Se observan agrupaciones zonales y territoriales como por ejemplo la Asociación de Productores de la Zona Sur, la Asociación de Productores de Yerba Mate (zona centro de la provincia), Agricultores Autoconvocados (Jardín América). La segunda de las asociaciones mencionadas se restructura y cambia su denominación a Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (Rosenfeld y Martínez 2003) y su principal referente alude al crítico contexto.

Pedíamos 16 centavos el kilo de yerba y nos pagaban 3 centavos de promedio, en algunos casos dos, en otros casos 4 centavos, nos daban vales de comestibles. Las empresas nos daban vales de comestibles y combustibles. Cuando estábamos allá por Andresito, había que ir a Capanema, al otro lado a Brasil a cambiar los vales porque las mercaderías había que traerlas de allá, los vales eran para cobrar del otro lado en Brasil, así que imagínate el desastre que era eso ¿no? A Mario Losada le habíamos entregado una caja con muchísimos vales, como demostración de que no valían nada, que eran papelitos pintados y nada más que nos daban los industriales (Comunicación Personal, Hugo Sand, dirigente agrario ex presidente de la APAM, septiembre de 2022).

La propuesta no es realizar un estudio de caso, sino exponer las condiciones coyunturales que determinaron la consolidación de una asociación aún vigente en el agro misionero: la Asociación de Productores Agrícolas de Misiones (APAM). Al calor del tractorazo esta entidad reunió a un grupo de productores (principalmente de la zona centro de la provincia) que sostenían objetivos comunes, donde la demanda del precio justo seguía constituyendo la principal bandera de lucha (Fabio 2008). La base social de esta agrupación no distingue capas o fracciones de clase, por lo que aglutina a productores con disímiles capacidades de acumulación, tal como el caso de las cooperativas. Además, reúne a sujetos que no producen únicamente yerba mate, sino también a otros cultivos industriales (té, tabaco). Empero, en este caso las demandas adquieren un rótulo distinto, más próximo a un accionar gremial y de corte reivindicativo en el sentido que le otorga Mario Lattuada. Es decir, que apunta a la defensa integral de sus asociados con un discurso marcadamente ideológico (Lattuada 2006).

A las consignas de precio justo y dignidad para la familia agrícola (Fabio 2008), acompaña la demanda por una intervención por parte del Estado. En esta línea bregan por la creación de una entidad que logre “estabilizar” el crítico panorama del agro misionero. Es en este sentido, el tractorazo y las emergentes asociaciones -en tanto lógica colectiva de los productores- impulsan la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate, que a priori generó nuevas esperanzas para los productores (Magan 2008).

Los objetivos del novel instituto difieren de los de su antecesora CRYM, como así también el marco legal que lo constituye. El INYM se crea como ente de derecho público no estatal con jurisdicción en la Argentina (Ley 25.564). Su capacidad de acción se orienta a implementar programas que busquen fortalecer el desarrollo de la producción, la industrialización y el consumo de la yerba mate, abarcando social y económicamente a todos los sectores de la actividad yerbatera. Empero, la “nueva regulación”, no cuenta con un mercado concentrador, por lo que estipula los precios de la hoja verde y canchada, quedando la decisión del importe del producto final en manos del sector molinero y comercial. Con la creación del Instituto se pretende reducir la brecha entre industriales y productores y tiende a una negociación equilibrada a partir de un precio de referencia; aunque, en la mayoría de los casos el directorio de la entidad no logra imponer el valor del producto y es mediante un laudo oficial del Estado Nacional que se llega al mismo (Rodríguez 2018).

Si volvemos la lente a las cooperativas en el sentido clásico de las organizaciones -amén de la crisis enunciada- persisten con algunos vaivenes. Los guarismos indican que el número de asociados se reducen sensiblemente, sin que provoque la disolución de las mismas19. En el seno del cooperativismo yerbatero es factible advertir cuestionamientos que reciben estas asociaciones por parte de los productores, principalmente por quienes conforman asociaciones de lucha y reivindicación y son reconocidos como dirigentes agrarios en el escenario rural misionero.

Las cooperativas fueron destruidas, desmanteladas, perdieron su razón de ser en ese momento. Mucho se debe a que se abandonaron las cooperativas, las nuevas generaciones abandonaron, dejaron en mano de los gerentes, de algunas otras personas el manejo de la cooperativa y así se perdió esa herramienta que era fundamental para el desarrollo de la parte agropecuaria. Las cooperativas no defendían a los colonos en el tema de precios, porque como ellas compraban o tomaban la materia prima de los colonos, la elaboraban llevaban la yerba canchada y luego esa yerba la tenían que vender a los grandes molineros, entonces preferían estar bien con el patrón comprador, el molinero y no les importaba las necesidades de los socios (…). El cooperativismo es una herramienta fundamental para el desarrollo como ya dije del sector agrario o agropecuario. Hay que incentivar el asociativismo entre los productores pequeños, el cooperativismo de yerba es un camino fundamental, muy importante (Comunicación Personal, Hugo Sand, dirigente agrario ex presidente de la APAM, septiembre de 2022).

El testimonio de uno de los principales referentes del agro misionero expone que son las formas de organización (en este caso gerencial) las que condicionan la permanencia de la base societaria en las entidades. El modelo de acumulación es clave para entender la lógica organizacional y comercial que asumen ciertas entidades. En el apartado anterior hemos referido a la estrategia de venta de una cooperativa “subsidiando” a los molinos concentrados, realidad que se acentúa durante la década estudiada en este acápite. Sin embargo, no se desconoce la importancia de las formas colectivas como herramienta válida para el desarrollo agrario La frase final del entrevistado “hay que incentivar al asociativismo entre los pequeños productores” constituye un camino posible. Es lo que intentaremos analizar en el siguiente apartado.

Nuevas expresiones colectivas para viejos y nuevos problemas

A pesar del escenario crítico post desregulación, la situación descripta respecto de las denominadas cooperativas clásicas y las condiciones coyunturales enunciadas en los apartados anteriores, no desaparecen las expresiones asociativas y colectivas en la economía yerbatera. Lo que se puede advertir son variaciones en las lógicas de agrupamiento, factores que no provocan la desaparición de las entidades históricas (cooperativas), pero que si favorecen la emergencia de nuevas expresiones que buscan alternativas de producción, pero sobre todo de venta.

En este apartado nos centraremos entonces en el último eslabón de la cadena yerbatera: la comercialización a través de lógicas colectivas y asociativas20. Se han señalado las modificaciones estructurales que determinaron la concentración acentuada en favor de los industriales molineros en esta etapa del circuito, donde 12 empresas concentran el 80% del mercado (Rodríguez 2018). Interesa entonces ponderar que estrategias y mecanismos adoptaron actores e instituciones colectivas para lograr resistir y permanecer. La propuesta de generar una marca colectiva21 constituye quizás una de las principales variables para describir el accionar de los sujetos sociales involucrados.

Lastimosamente no todas las cooperativas entraron en su momento en esto de tener su marca o no pudieron hacerla crecer. Es muy difícil para un productor. El productor es productor, peo no sabe vender y comercializar (Entrevista, Denis Alfredo Bochert, representante sector cooperativo en el directorio del INYM y tesorero de la entidad, abril de 2022).

Para dar cuenta de esta dinámica fijaremos la lupa en cómo la noción de economía social22 en tanto “otra forma de economía”, donde lo social y humano es contemplado por sobre el capital (Coraggio 2009), es “adoptado” como instrumento de aglutinamiento y accionar por parte de los sujetos sociales involucrados, al tiempo que es -junto al concepto de agricultores familiares23- el marco de referencia para el Estado en el diseño y ejecución de proyectos y programas. Las acepciones enunciadas presentan discusiones teóricas y metodológicas respecto de su alcance y definición (López Castro y Prividera 2010). Interesa aquí postular las lógicas colectivas en tanto expresiones de la economía social, sin desconocer las contradicciones que se suscitan respecto de dicha conceptualización.

En este sentido, es necesario aludir al Consorcio Cooperativo Esperanza Yerbatera que se crea en 2011, impulsado por programas estatales que validan la consolidación de la agricultura familiar y respaldan los emprendimientos colectivos. A modo de ejemplo se puede mencionar el aporte económico que el Consorcio recibió en 2018 a través del desembolso de $2.907.665 provenientes del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y ejecutados a través de un proyecto del Plan Nacional de la Economía Social “Creer y Crear” diseñado desde el Ministerio de Agroindustria de la Nación, con el objetivo de aumentar la participación de las cooperativas en el mercado de la yerba mate envasada (Campo en acción 27/05/2018).

El consorcio inicialmente estuvo compuesto por 11 entidades cooperativas de primer grado, distribuidas en toda la provincia de Misiones24. El objetivo que se plantean consiste en fortalecer las estrategias de comercialización de yerba mate (Rodríguez et al 2018, 2). Es decir, intenta ser una respuesta para un “viejo” problema que -por las condiciones enunciadas- constituye un factor estructural en la agroindustria yerbatera.

La particularidad de esta propuesta -realidad que la diferencia de los antecedentes expresados- es que el sujeto social agrario responsable del accionar es exclusivamente el productor minifundista. Esta variable determina una lógica de acción colectiva que busca el beneficio de un estrato particular: el productor menos favorecido por el proceso de concentración, quien encontró restringido su capacidad de producción y cercenado el afán de comercializar su propia yerba mate.

Las experiencias asociativas de pequeños productores no constituyen una novedad en el agro misionero. La Cooperativa Río Paraná (integrante del Consorcio) modifica su estatuto en 1994 otorgándole un carácter económico, pero también reivindicativo a la institución.

La cooperativa tendrá por objeto a) adquirir o producir por cuenta de la cooperativa para ser distribuidos entre los asociados, artículos de consumo, de uso personal, y del hogar; b) realizar toda operación en beneficios de los asociados dentro del espíritu de la cooperativa y de este estatuto; c) fomentar el espíritu de solidaridad y ayuda mutua entre los asociados y cumplir con el fin de crear una conciencia cooperativa; d) propender al mejoramiento económico de sus asociados y en especial a los más pobres y marginados de ellos (Cooperativa Río Paraná, Estatuto 1994).

Lo novedoso es la estrategia colectiva de reunir a cooperativas de primer grado que representan a la economía social y a la agricultura familiar para vender una marca colectiva. Radica allí también un elemento a considerar en el análisis, porque se observa que se produce una integración institucional, antes que una asociación de base. Es decir, son las entidades la que motorizan el consorcio, sin abandonar la estructura que lo sustentan y sin llegar a ser una cooperativa de segundo grado. En el aspecto discursivo sostienen la necesidad de llegar al mercado con una marca unida.

Se quiere en un momento tener una marca unificada que sea del consorcio (…) El productor va a salir a vender un producto terminado, no va a estar vendiendo materia prima a una empresa privada o a un secadero nocierto (sic). Va a salir con su producto y eso repercute en las arcas, tanto de la cooperativa, el consorcio y el colono que va a percibir un mejor ingreso porque va a vender mejor su producto (Bichos de Campo, entrevista a José Semenchiuk, coordinador del consorcio, 23/08/2018).

En 2022 el objetivo principal de vender una marca cooperativa, no ha sido logrado plenamente y la comercialización bajo el “sello” del consorcio es en realidad la distribución de las marcas de las cooperativas de primer grado que la integran: Grapia Milenaria, Monte del Caá Guazú, Las Tunas, Titrayjú, El Inmigrante y Orembaé. Sin desconocer la importancia de la lógica colectiva emprendida por el sector, es factible observar cierta “fragilidad cooperativa” para avanzar con el objetivo propuesto. El alejamiento de algunas entidades del consorcio es un indicador del grado de complejidad en el asociacionismo rural en los márgenes agrarios de la Argentina. El recorrido realizado en este artículo propone repensar las formas y estrategias colectivas a escala micro, sin desconocer el concierto macro en que se desarrollan.

Reflexiones Finales

Las tres décadas analizadas en este artículo retratan los cambios estructurales en el agro de una economía marginal y de frontera. El objeto de estudio consistió en analizar la agroindustria yerbatera y sus formas colectivas de desarrollo. En este sentido, ponderamos aquellas experiencias que integran el movimiento cooperativo, donde las instituciones de primer grado reúnen a una gama disímil de productores yerbateros en términos de acumulación de capital. Al mismo tiempo, hemos pasado revista por otras formas alternas de acción colectiva, que, al color de los cambios en el escenario rural, devienen instrumento de aglutinamiento en el mundo rural misionero, principalmente para los de menor capacidad de acumulación.

El denominador común de las organizaciones enunciadas es que no constituyen expresiones exentas de contradicciones internas. Nuestra intención fue exponer las mismas en un escenario real y concreto. Las ideas primigenias del cooperativismo internacional tensionan el accionar de los sujetos y el de las entidades, hecho que se ilustran en los tres apartados trabajados (cada uno con sus matices). Hasta qué punto es factible sostener dichos principios en un contexto dominado por la lógica del mercado fue uno de los interrogantes que pretendimos desarrollar.

El marco temporal deviene una variable que posibilita identificar alcances y límites en el accionar estatal. El retiro del Estado como rasgo sobresaliente del neoliberalismo, es determinante en el primer apartado que abordamos, aunque sus consecuencias devienen variables transversales en las demás etapas. Sin dudas las medidas implementadas impactan en la agroindustria yerbatera (como en las demás producciones) y ubica a los sujetos ante desafíos de resistencia y permanencia. A problemas estructurales emergen respuestas coyunturales y quizás sea esta una de las falencias que posibilitan explicar asociaciones temporales, “fragilidad” en el algunas de las experiencias, abandono de las formas cooperativas clásicas e incluso el alejamiento de determinados sujetos a las formas colectivas de agrupamiento en el espacio rural misionero.

Consideramos que es el modelo de acumulación el que determina las formas de organización en la estructura agraria y que es bajo esta lógica que operan las medidas ejecutadas desde el Estado, aunque las respuestas difieran entre los gobiernos denominados neoliberales de aquellos catalogados como progresistas. La lógica capitalista evidencia las contradicciones respecto de la capacidad de acumulación entre los distintos sujetos agrarios, acentuando la asimetría y concentración, realidad que no se reduce al caso estudiado, sino que, con sus matices particulares, afecta al asociacionismo latinoamericano y que invita a profundizar los estudios académicos sobre la temática, en un dialogo interdisciplinario necesario.

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Fecha de recepción del artículo: 11/11/2022

Fecha de aceptación del artículo: 15/11/2022


1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Secretaría de Investigación Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones

ORCID: 0000-0002-1579-7222

Correo: lisandrodriguez@gmail.com

2 Estado entendido desde la concepción gramsciana, es decir que involucra no solo a la sociedad política, sino también a la sociedad civil. La lectura en esta clave permite una comprensión más detallada de los procesos que pretendemos estudiar, particularmente las disputas en torno a la construcción de hegemonía, sin desconocer los procesos de coerción y consenso en post de dicha construcción.

3 El cultivo para esta actividad agroindustrial es la yerba mate (Ilex Paraguiensis), cuya producción mundial se localiza en Brasil (Estados de Santa Catarina, Matto Grosso y Paraná), Paraguay y Argentina. En este último país se circunscribe a las provincias de Misiones y parte de Corrientes. Para la obtención del producto elaborado se requieren distintos momentos: la plantación (diferenciándose distintos estratos según la capacidad de capital y acumulación), la cosecha de la hoja verde (realizada por el proletario rural reconocidos como tareferas/os), el secado de la hoja del cual se obtiene la yerba canchada (existen establecimientos denominados secaderos, entre los que se encuentran algunas cooperativas), la molienda (ejecutada por molinos privados y cooperativas), el estacionamiento (el periodo denominado de estacionamiento natural es de dos años, aunque actualmente se registran cámaras que aceleran este proceso reduciéndolo a seis meses) y la comercialización (etapa más concentrada de la cadena).

4 Los guarismos oficiales del Instituto Nacional de la Yerba Mate indican la existencia

de 45 operadores yerbateros con formas cooperativas (INYM, 2020). Los números de estas entidades y de sus asociados varían acorde al periodo y al modelo de acumulación imperante. Véase Rodríguez, 2018.

5 Misiones formó parte de los denominados Territorios Nacionales entre 1881 y 1953. Las decisiones administrativas recaían sobre el ejecutivo nacional y fue desde allí que se diseñó e implementó la colonización yerbatera en 1926, cuya consecuencia explica la conformación de la estructura agraria. Para la ejecución se fomentó la inmigración, principalmente europea. Se conforma un mosaico étnico (Abinzano 1985) con una variopinta realidad cultural. Resulta importante realizar este señalamiento, considerando que en este escenario es donde emerge el cooperativismo yerbatero.

6 No existe en la Argentina un consenso pleno para definir a los sujetos sociales agrarios. Sobresalen los estudios que los definen -en términos de clases sociales- como parte de la burguesía agraria (Sartelli 2022), perspectiva que se opone a otra de las tipificaciones que dan cuenta de la existencia de un sector campesino en el agro argentino (Azcuy Ameghino 2014). Las definiciones no finalizan allí, categorías como “agricultores familiares” son utilizadas para definir las condiciones sociales y económicas. Estos términos se suman a “farmers” (Archetti y Stolen 1975) y “chacarero” (Muzlera 2013). En el caso de la actividad yerbatera el término colono (productor comercial) y plantador (comportamiento especulativo) definido por el antropólogo Leopoldo Bartolomé (1975) devino en variable de análisis en gran parte de las producciones académicas. La propia dinámica del sector conduce a repensar las categorías y definiciones (Baranger 2008).

7 En otros trabajos hemos analizado las distintas etapas del cooperativismo yerbatero y sus modificaciones según el contexto. Ver Rodríguez 2018

8 Las privatizaciones, la descentralización, la primacía del capital financiero, la reforma de Estado y la ley de convertibilidad son algunas de las variables que explican el modelo neoliberal argentino.

9 Es clave para el análisis considerar que la desregulación no fue únicamente una decisión de la esfera política, sino una disputa entre distintos sectores de la sociedad civil, donde el núcleo liderado por los molineros e industriales logra cierto consenso para eliminar a la CRYM.

10 Por intermedio del Decreto N° 2284/91 se suprime la Comisión Reguladora de la Yerba Mate.

11 Creado en 1935 como ente estatal autárquico por intermedio de la ley 12236.

12 Como rasgo de la integración vertical los molinos además de concentrar el último eslabón de la cadena, adquieren plantaciones de yerba mate.

13 Un caso emblemático para la denominada economía social y solidaria es la emergencia de las denominadas ferias francas, que tienen su origen y fundación en Misiones en 1995, para luego extenderse al resto del país como una expresión colectiva que aglutina a los denominados colonos y agricultores familiares. El vínculo con el Estado se establece a través de uno de los programas rurales denominado Programa Social Agropecuario (PSA). Para un análisis ver Schvorer 2003.

14 Las cifras del cooperativismo nacional indican una reducción tanto en las entidades como en el número de asociados (Lattuada 2006).

15 El caso de la provincia de Corrientes difiere, dado que Liebig desde su génesis se conforma con una masa societaria con un potencial de acumulación que supera al de sus pares de Misiones.

16 El número de exportación no supera el 13% de la producción total. Los principales destinos de la yerba argentina son Siria y el Líbano, registrándose índices menore para países europeos. Para 2021 los ingresos en dólares para este producto son de U$S 79 millones (INDEC 2022).

17 Entre las que se encontraban tres cooperativas con “perfil” empresarial.

18 Para un análisis detallado ver el trabajo de Víctor Rau denominado Yerba Mate: “El Paro Verde”, que fuera publicado en 2002 en la Revista Realidad Económica.

19 Las memorias de la Cooperativa de Productores Yerbateros Jardín América ilustran esta situación. Los datos indican que entre 1998 y 2002 el número de socios supera los 400 y en 2003 se reduce a 271. El argumento que sostiene la entidad es que se había realizado “un ordenamiento” en los registros de socios, eliminando del listado a quienes habían fallecidos o retirados (Cooperativa de Jardín América, Memorias, selección 1998- 2003).

20 Se encuentran estrategias de comercialización que buscan ofrecer un productor “distinto” y con ello conquistar un mercado específico. A modo de ejemplo se puede mencionar la estrategia colectiva de productores de la zona centro de Misiones quienes recuperar en método tradicional de secado: barbacuá. En la misma línea, pero con un producto distinto, se encuentra la Cooperativa Agropecuaria Biodinámica Ltda. La Abundancia en Puerto Rico (Misiones), que ofrece yerba mate orgánica.

21 Se han registrado experiencias de esta índole en otros periodos históricos. Sobresalen el impulso desde la Federación de Cooperativas Agrícolas de Misiones en la década de 1970 a través de la marca Urú y la propuesta del Estado provincial a fines del decenio de 1980 y que fue denominado como “Ñande Yerba”. El mismo estaba dirigido al productor de yerba mate y tenía por objetivo principal la elaboración y comercialización de una marca para el colono misionero. Las entidades cooperativas recibieron un crédito a través del Banco de la Provincia y por intermedio del Consejo Provincial de Desarrollo Económico para la compra de Cooperativa. Ambas experiencias no lograron consolidarse (Rodríguez 2021).

22 Osvaldo Coraggio afirma que la economía no es naturalmente una esfera separada y guiada por sus propias reglas ineluctables, sino objeto de una construcción consciente por actores poderosos -que inciden sobre la materialidad de las relaciones sociales y sobre el imaginario social, pretendiendo justificar la producción de una sociedad para minorías- hacemos a la vez consciente la posibilidad real, no utópica, de construir otra economía, soporte material de otra sociedad, en contradicción con y desde el interior del sistema capitalista (Coraggio 2009, 29).

23 Un primer representante de la agricultura familiar, aunque no el único, son los pequeños productores rurales, entendidos como aquellos que trabajan directamente en sus predios con el apoyo de miembros de su familia o grupo doméstico y cuyos recursos productivos -tierra, capital, ingresos- son relativamente limitados. Pero dentro de la categoría de agricultura familiar se acepta que estos pequeños productores puedan tener diferentes niveles de capitalización y contratar hasta un número mínimo de asalariados permanentes. En otras palabras, la categoría comprende a los pequeños productores más capitalizados, a los que viven de su establecimiento, pero no generan excedentes para crecer, y a los de menores recursos productivos, que no pueden vivir exclusivamente de lo generado en el establecimiento (Lattuada 2014, 7).

24 Cooperativas Yerbatera de Apóstoles, Agrícola Yerbatera de Apóstoles, Las Tunas Agrícola Industrial, Agrícola Tealera Campo Viera, Agropecuaria y de Consumo El Colono, de Trabajo y Consumo Río Paraná, Agrícola Hipólito Yrigoyen, Agropecuaria Forestal de Industrialización y Comercialización, Agropecuaria y Forestal Siete Estrellas y de Servicios Públicos, Agropecuaria y Forestal San Lorenzo, Agropecuaria e Industrial Paraje KM 1.308 limitadas.